Durante miles de años, los seres humanos han utilizado productos de las abejas, como la miel, el propóleo y el veneno, con fines medicinales. Hoy, la ciencia ha comenzado a respaldar lo que la medicina tradicional ya intuía: el veneno de abeja, y en particular su compuesto activo principal, la melitina, puede destruir células cancerosas de forma selectiva.
Un grupo de investigadores del Instituto Harry Perkins de Investigación Médica y la Universidad de Australia Occidental ha demostrado que el veneno de la abeja europea (Apis mellifera) es capaz de eliminar células de cáncer de mama, incluidas aquellas pertenecientes a los tipos más agresivos y resistentes al tratamiento, como el cáncer triple negativo y el HER2-enriquecido.
La melitina, responsable de la sensación dolorosa tras una picadura, demostró ser altamente tóxica para las células tumorales sin afectar de forma significativa a las células sanas. Según la doctora Ciara Duffy, líder del estudio, el compuesto puede destruir por completo las membranas de las células cancerosas en menos de una hora. Además, en solo 20 minutos interfiere con las señales químicas que permiten a estas células crecer y multiplicarse.
El estudio también reveló que el veneno de abejorros, que no contiene melitina, no tuvo efecto alguno sobre las células cancerosas, incluso en concentraciones elevadas. Esto sugiere que la melitina es el componente clave en la acción anticancerígena.
La melitina actúa impidiendo la activación de los receptores de factores de crecimiento en las membranas celulares, lo que interrumpe las señales necesarias para que las células malignas se reproduzcan. Este hallazgo es especialmente relevante, ya que los cánceres de mama HER2 y triple negativo se caracterizan por un crecimiento descontrolado debido a la abundancia de estos receptores.
El profesor Peter Klinken, científico jefe de Australia Occidental, destacó la importancia del descubrimiento: “Es una observación sumamente emocionante que la melitina, uno de los principales componentes del veneno de abeja, pueda inhibir el crecimiento de tipos de cáncer de mama particularmente letales”.
Este avance representa una prometedora vía para el desarrollo de nuevos tratamientos oncológicos más efectivos y menos invasivos.
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