Por: José Carlo Vallecillo
Mucho se habla en los últimos días sobre orar para que exista paz en Honduras. Pero ¿Cómo puede haber paz sin justicia? Si en nuestros país los pobres han sido olvidados, en donde más del 50% de la población vive con 1.90$ y el 70% de la población es pobre ¿Cómo puede existir justicia? Si cuando el pueblo lucha en las calles, por lo que cree justo es asesinado, reprimido y hasta criminizalido por taparse su rostro pero al mismo tiempo abrir su alma para luchar por su patria.
Honduras y su pueblo busca hoy más que nunca la paz social, pero no puede crearse paz en un país donde la desigualdad es tan alta, que es la tercera más alta de todo el planeta.
No se debe confundir nunca la paz con la quietud. La paz es el estado de calma otorgado por la justicia, la confianza y la credibilidad.
La paz social se logra con justicia, se logra con acceso a los derechos básicos del ser humano en condición de calidad, gratuidad y sobre todo público. Sí, pedimos paz. Pero paz para que los jóvenes olvidados de los barrios marginados de mi país no sean condenados a ser delincuentes, sino protegidos para que no caigan una vez en el oprobioso olvido al que han sido condenados desde hace muchos años y que puedan poder salir adelante sin tener que volverse criminales o irse del país y muchos morir en el trayecto a Estados Unidos de América.
La paz que hoy pide la iglesia, es la paz que debió haber pedido desde el 2009 y desde mucho antes, es la paz que no lo otorgan los sistemas colapsados y fallidos de los dictadores. Esa paz que la dan los que hoy se movilizan, esa paz que dan los gobiernos legítimos, democráticos, los que involucran y crean la participación en la toma de decisiones a los ciudadanos, la paz que la da el pueblo, ese pueblo que hoy se exige y tiene una agenda clara y absoluta, la salida de Juan Orlando Hernández Alvarado.
La iglesia tarda pero llega en un momento oportuno, un momento en que la convulsión social los hace reaccionar y que los hace salir de su escondite tácito tras las bambalinas de oro del dictador, para ellos y otros que piden paz es mi artículo ¿Cómo le pedimos que ore por la paz a un ciudadano que come 1 vez al día? ¿Cómo se le dice a un ciudadano que no encuentra medicinas para un pariente con cáncer en los hospitales públicos que no salga a exigir mejores condiciones de salubridad pública? ¿Cómo le decimos a una madre, que su hijo ha muerto en las calles defendiendo a su patria que vaya a buscar justicia en algún órgano del estado subordina por JOH? La paz existe con justicia, con desarrollo y con acceso de calidad a los servicios públicos.
Hoy el momento que vivimos es sin duda alguna trascendental y apoteósico para el pueblo. El pueblo en este momento es el dueño y director de su destino.
La emancipación que vive hoy Honduras es el cúmulo de 10 años de apertura del pensamiento nacional y la creación de una conciencia social sin precedentes. De una década de precarización de la vida, de los servicios públicos, de la destrucción final de un estado de derecho fallido que venía de un golpe de estado, del irrespeto a la voluntad popular, del asesinato y persecución a los que disienten con el gobierno y del éxodo sin precedentes, de aquellos que buscaron un mejor futuro en su país y lo que encontraron fue corrupción, desempleo y miseria.
La tarea por delante es sin duda alguna inmensa, pero no hay lucha que sea más grande que la voluntad de un pueblo a encontrar una senda de desarrollo, de justicia, de un sistema en el que nadie sobre y todos hagan falta para poder lograr la Honduras que venimos soñando desde hace cientos de años.
Una Honduras con paz social es posible pero sin este régimen y el andamiaje que lo llevó a donde hoy está posicionado ¡Vamos pueblo! ¡La paz se logra con justicia! ¡La justicia se crea con la verdad! La liberación del país es posible hoy más que nunca. Vamos al rescate de la patria. La paz que nunca llega, hoy más que nunca es posible.