La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una alerta ante el brote de una enfermedad no identificada que afecta a la región de Panzi, en la provincia de Kwango, República Democrática del Congo. Desde el 24 de octubre hasta el 5 de diciembre de 2024, se han confirmado 406 casos y 31 muertes, lo que equivale a una tasa de letalidad del 7.6%.
Los síntomas principales reportados incluyen fiebre, dolor de cabeza, tos, secreción nasal y dolores corporales, con desnutrición severa presente en los casos más graves. La enfermedad afecta mayoritariamente a menores de 14 años, quienes representan el 64.3% de los casos. Además, el 71% de las muertes corresponden a menores de 15 años, con una concentración significativa en niños menores de cinco años.
El brote se localiza principalmente en nueve áreas sanitarias de Panzi, entre las que destacan Tsakala Panzi, Makitapanzi y Kanzangi. La región, de difícil acceso debido a su ubicación remota y a las condiciones climáticas de la temporada de lluvias, presenta serios retos logísticos. Llegar a la zona desde Kinshasa, la capital, puede tomar hasta 48 horas por carretera, lo que complica aún más las labores de atención y respuesta.
La OMS ha movilizado equipos de respuesta rápida que están recolectando muestras para análisis en el Instituto Nacional de Investigación Biomédica en Kinshasa. Las autoridades locales han activado medidas de emergencia, incluyendo la organización de reuniones del Centro de Operaciones de Emergencia de Salud Pública y el despliegue de personal especializado.
Entre las posibles causas del brote se encuentran enfermedades como neumonía aguda, gripe, COVID-19, sarampión y malaria, todas ellas agravadas por la desnutrición generalizada en la zona. No se descarta la posibilidad de que más de una enfermedad esté contribuyendo a la situación. Algunos expertos, como la doctora Mirta Roses, han sugerido que podría tratarse de un nuevo brote del virus del Ébola, aunque esto aún no ha sido confirmado.
La proximidad de la región afectada a la frontera con Angola plantea preocupaciones sobre una posible propagación transfronteriza, aunque la OMS considera que el riesgo global sigue siendo bajo. Sin embargo, la inseguridad en la zona, con la presencia de grupos armados, representa un obstáculo adicional para las labores de respuesta y pone en riesgo tanto a las comunidades como a los equipos de salud.
La situación demanda una acción coordinada entre las autoridades nacionales e internacionales para identificar la causa del brote y contener su avance. Fortalecer los sistemas de vigilancia y garantizar el acceso a las áreas afectadas serán pasos esenciales para evitar una crisis sanitaria mayor.