Su historia está escrita con lágrimas, llantos de amor, frustración y lucha, que han forjado a lo largo de 20 años el futuro que soñó para sus hijos; una vida que asegura no iba a poder darles en Honduras.
Nivia Rodríguez, mujer de un espíritu humanitario y defensora de causas justas, recuerda con pasión su tierra, la cual tuvo que abandonar con dolor, pero esperanzada que todo era para mejor.
Ejerció el secretariado taquimecanógrafo en un bufete de abogados y trabajó en el departamento de cómputo en una prestigiosa empresa de San Pedro Sula, pero el bajo salario le impedía lograr tantos sueños; entre los que destaca terminar una carrera de Ingeniería Industrial.
Al llegar a la que se convirtió en su segunda patria, Estados Unidos, se propuso otras metas que hizo realidad años después.
"Dios mío, lloraba todos los días; a todos los inmigrantes se nos bajan las lágrimas", recordó con nostalgia cuando llegó a la nación norteamericana.
Entre sonrisas que destilaban éxito, narró a NOTIBOMBA que por muchos años devengó el mínimo, trabajando en una fábrica para envolver libros y también en una fábrica de hacer ventanas, impulsándola a emprender.
Inició apoyando a quien era su esposo en una empresa de construcción familiar que tuvo que dejar tras un inesperado divorcio.
"Este país no es para cualquiera, si eres pachorrudo, no respetas las reglas y eres vicioso no puedes estar aquí", agregó motivando a sus compatriotas a no perder ni un minuto de su tiempo.
La experiencia y las lágrimas se han convertido en fuerza, dando un giro a su vida y obligándola a buscar algo propio, venciendo las barreras de idioma y racismo.
Actualmente, es entrenadora profesional, ofreciendo a sus clientes calidad certificada y un espacio donde entrenar a precios cómodos o competitivos.
Quienes la conoce saben que no se limita y además de entrenar para mejorar la salud y el cuerpo de las personas que confían en ella, sus tiempos libres los aprovecha al máximo.
Entre sus actividades está la venta de joyería con productos de la empresa Paparazzi y también limpia casas por contrato, lo que le da un ingreso extra.
“Tengo una meta, la cual estoy empezando a formar; estoy ahorrando y sé que en unos meses estará concretada; por eso le digo a los hondureños que no se cansen de luchar y apoyémonos mutuamente”, puntualizó.
Con la esperanza que su proyecto a mediano plazo saldrá bien, asegura que solidarizarse con inmigrantes que necesitan un “empujón” será su manera de agradecerle a Dios y a la vida.
