Foto: Lukasz Glowala/Reuters
Arqueólogos polacos han desenterrado los restos de un niño del siglo XVII que fue sepultado con un candado, con el propósito de evitar que pudiera resucitar. Este hallazgo resalta la creencia en vampiros, justo a tiempo para la víspera de Halloween.
Los huesos de este niño de 6 o 7 años son la más reciente revelación en un cementerio del pueblo de Pien, en el norte de Polonia. Este cementerio data de una época en la que los fantasmas, zombis y otras presencias sobrenaturales eran más que simples disfraces. En el mismo lugar, también se encontró el cuerpo de una mujer con un candado en la pierna y una hoz alrededor de su cuello, indicando que se creía que era un vampiro.
Este cementerio se considera un lugar de entierro para personas marginadas, que sin duda inspiraban temor después de su fallecimiento, y posiblemente también en vida. Se sospechaba que estas personas tenían vínculos con fuerzas impuras o se comportaban de manera inusual. El niño fue enterrado boca abajo con un candado triangular de hierro bajo su pie, en un aparente intento de impedir que se levantara de la tumba y se alimentara de los vivos. Según Dariusz Polinski, un investigador de enterramientos medievales en la Universidad Nicolaus Copernicus de la ciudad de Toruń, "estas eran personas a las que se temía, y se creía que podían morder y beber sangre".
