La construcción de civilizaciones antiguas a lo largo de la historia han dejado un legado asombroso en forma de monumentos y estructuras que aún existen en la actualidad.
Desde los ingenieros romanos que erigieron impresionantes murallas de hormigón hasta los maestros albañiles mayas que crearon esculturas de yeso en honor a sus dioses, estas construcciones han desafiado el paso del tiempo y perduran por el ingenio de sus creadores.
No obstante, la mayoría de las estructuras modernas están en peligro de deterioro después de apenas unas décadas, debido a la vida útil limitada del hormigón que compone gran parte de nuestro mundo contemporáneo, que oscila entre 50 y 100 años.
Frente a esta problemática, un creciente número de científicos ha decidido desentrañar los secretos de la durabilidad de los edificios antiguos, dedicándose a estudiar los materiales utilizados en construcciones milenarias, desmontando fragmentos de edificios, examinando textos históricos y recreando recetas antiquísimas.
Este enfoque ha revelado una lista sorprendente de ingredientes utilizados en la construcción de antaño. Entre ellos se encuentran elementos como la corteza de árbol, la ceniza volcánica, el arroz, la cerveza e incluso la orina.
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Estos complementos poco convencionales parecen ser la clave detrás de propiedades notables, como la capacidad de fortalecerse con el tiempo y la habilidad para "curar" las grietas a medida que surgen.
Aunque el hormigón moderno posee la resistencia necesaria para soportar rascacielos imponentes y estructuras de gran envergadura, aún no puede igualar la durabilidad de los materiales utilizados por las antiguas civilizaciones.
Además, tomando en cuenta el cambio climático y la necesidad de una construcción más sostenible, este enfoque adquiere un valor aún mayor, señalan los expertos.
Un informe reciente de las Naciones Unidas destaca que más de un tercio de las emisiones globales de dióxido de carbono proviene del entorno construido, y la producción de cemento, un componente fundamental del hormigón moderno, representa más del 7% de esas emisiones.
Carlos Rodríguez-Navarro, investigador de patrimonio cultural de la Universidad de Granada en España, explicó: "Si mejoramos las propiedades del material utilizando recetas ancestrales mayas o chinas, podemos producir un material que sea mucho más sostenible para la construcción moderna".
El estudio de estos secretos de construcción de civilizaciones pasadas no solo arroja luz sobre el pasado, sino que también podría proporcionar soluciones innovadoras para abordar los desafíos del presente, en particular, la necesidad imperante de construir de manera más ecológica y resistente al paso del tiempo.