En el Parque Nacional Yellowstone, en el noroeste de Wyoming, el paisaje habitualmente poblado por mamíferos se ha convertido en un panorama desolador debido a la propagación de la "enfermedad del ciervo". Este virus mortal, conocido como craxequia crónica (CWD), ha estado extendiéndose silenciosamente por América del Norte, afectando a más de 31 estados de EE. UU., dos provincias de Canadá e incluso se han registrado casos en Corea del Sur. Los síntomas incluyen alteraciones en el cerebro y el sistema nervioso, manifestándose en animales babosos, letárgicos, con dificultades para moverse y con una mirada característica, similar a la de un zombie. Lamentablemente, ciervos, alces, alces y caribúes se ven afectados por esta enfermedad sin contar con tratamientos ni vacunas disponibles.
Aunque las autoridades de los Parques Nacionales de EE. UU. han mencionado que no hay evidencia de transmisión de esta enfermedad a los humanos, un grupo de científicos está investigando su desarrollo, recordando el caso de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) que contagió a humanos en Gran Bretaña, como una advertencia sobre la posibilidad de cambios inesperados. En este contexto, Corey Anderson, codirector del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de EE. UU., enfatizó la importancia de la preparación ante este tipo de eventos y elogió el trabajo de los científicos que investigan esta enfermedad.
Thomas Roffe, veterinario y ex jefe de salud animal del Fish & Wildlife Service, considera que el foco actual en la craxequia crónica es beneficioso ya que antes no recibía la atención necesaria a pesar de sus grandes implicaciones ecológicas, pero alerta sobre la necesidad de investigaciones adicionales para prevenir la propagación de esta enfermedad entre otras especies. Se ha pedido una revisión exhaustiva de los animales de caza recolectados para evitar una mayor expansión de esta enfermedad tipo "ciervo zombie".