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En un movimiento que ha generado tanto apoyo como controversia, el gobierno de coalición de Dinamarca ha anunciado su intención de reducir el límite de edad para que las adolescentes puedan interrumpir un embarazo sin necesidad de obtener el consentimiento paterno. Actualmente, la edad mínima requerida es de 18 años, pero se propone que se reduzca a los 15 años.
La ministra de Igualdad, Marie Bjerre, del partido liberal, adelantó esta decisión en un día significativo, ya que se conmemoran 50 años desde la despenalización del aborto en Dinamarca. Bjerre argumentó que es "natural" debatir si la legislación actual establece un "equilibrio adecuado" en este tema.
El razonamiento detrás de esta propuesta se basa en el hecho de que la edad legal para tener relaciones sexuales consensuadas en Dinamarca es de 15 años, al igual que la edad mínima para dar consentimiento a un tratamiento en el sistema de salud.
Según la ministra Bjerre, esto justifica permitir que las jóvenes de entre 15 y 17 años puedan acceder al aborto sin la participación de sus padres.
No obstante, la ministra reconoció que tomar la decisión de interrumpir un embarazo no es fácil y enfatizó la importancia de que las mujeres jóvenes en esta situación “busquen apoyo en su entorno y acudan a personas de confianza, como amigos, hermanos o profesores”.
No obstante, Bjerre reconoció que esta es una elección personal y delicada, pero subrayó que no debe recaer en los padres, ya que se trata del cuerpo y la vida de la joven en cuestión.
Es importante destacar que el límite de edad para interrumpir el embarazo sin consentimiento paterno no ha cambiado desde que Dinamarca introdujo el aborto libre hasta las 12 semanas de gestación en 1973.
Esta propuesta de reducir la edad mínima para el consentimiento busca reflejar los cambios sociales y las normas legales actuales en relación con la autonomía de los adolescentes en otros aspectos de su vida.
El anuncio ha generado un conjunto de opiniones dentro y fuera de Dinamarca. Los defensores de la medida argumentan que las jóvenes de 15 a 17 años deben tener el derecho de tomar decisiones sobre su propio cuerpo y salud reproductiva, especialmente considerando que les permitirá acceder a atención médica segura y legal sin enfrentar barreras adicionales.
Por otro lado, los críticos de esta propuesta expresan preocupación por el impacto que podría tener en la relación entre padres e hijos, argumentando que la participación y el apoyo familiar son fundamentales en momentos tan difíciles como el embarazo no deseado.
Además, plantean interrogantes sobre la madurez emocional y la capacidad de las adolescentes para tomar decisiones informadas y considerar todas las opciones disponibles.
