A seis meses del retorno de los talibanes a Afganistán, cientos de ciudadanos son obligados a vender un riñón para poder sobrevivir y dar sustento a sus familias.
Desempleados y agobiados por suplir las necesidades básicas, los afganos buscan de distintas formas agenciarse de dinero que les garantice unos semanas más de comida.
Hace unos meses, se informó que los padres de familia estaban obligados a vender a sus hijas menores para poder tener dinero para la alimentación.
Casos como el de Parwana, una menor de 9 años daba en matrimonio, han circulado en las redes sociales e indignado a nivel internacional.
La difícil situación que se vive en Afganistán se refleja en la forma en que los jefes del hogar se las ingenian para conseguir dinero que les ayude a comprar comida.
Ante la imposibilidad de no tener más que ofrecer, miles de personas aseguran que son obligados a vender un riñón.
“No me quedaba otra opción. Debía hacerlo por el porvenir de mis hijos”, dijo un vecino de uno de los sectores más pobres del país.
Activistas aseguran que desde el regreso de los talibanes, Afganistán está sumido en una profunda crisis económica.
“Se ha empeorado la situación humanitaria, se ha vuelto desesperante tras cuatro décadas de conflictos y las sequías”, indicaron algunos conocedores.
Esa crisis que empeora cada día hace que los ciudadanos sean obligados a vender a sus hijas y riñones para poder subsistir.
Aunque el dinero no dura mucho, saben que les garantiza unos meses más de vida en un país con altos números de probreza y exhorbitantes cifras de pobreza extrema.
Según cifras oficiales, el 55% de los afganos padecen de hambre extrema y un 9% están propensos a morir.