La historia de Ángel Garza, ha conmovido a la opinión pública. El abnegado socorrista ayudaba a una menor a tranquilizarse cuando se enteró que su hija era una de las víctimas del tiroteo en Uvalde, Texas.
Entre lágrimas y sollozos, el progenitor contó el momento devastador cuando la amiga de su hija le reveló la identidad de la niña por la que lloraba desesperada.
Garza, abrazando una fotografía de la menor, le contó a la cadena de noticas CNN que estaba tratando de calmar a una de las niñas que presenció el suceso, sin imaginar que le diría que su hija era una de las víctimas.
El socorrista asegura que solo estaba tratando de ayudar a los demás cuando vio a una niña pequeña cubierta de sangre de la cabeza a los pies.
“Estaba histérica, diciendo que le dispararon a su mejor amiga, que mataron a su mejor amiga y que ella no respiraba”, recordó el padre y asistente médico.
Inmediatamente, le preguntó a la menor el nombre de su amiga, y ella le dijo lo que tanto temía escuchar: “Amerie. Me dijo, me dijo, Amerie”.
Fue así como él se enteró que su hija era, Amerie Jo Garza, de 10 años de edad, que había recibido un tiro mortal durante el ataque armado en una de las aulas de clases de la escuela.
“Era la niña más dulce que no hacía nada malo”, dijo tratando de contener el llanto por la pérdida de su pequeña en uno de los hechos más sangrientos en los EEUU desde el 2012.
La masacre de Uvalde que dejó 21 muertos, entre ellos 19 niños, fue perpetrado por un joven de 18 años identificado como Salvador Ramos. El jovencito era exestudiante del centro educativo, víctima de acoso y con problemas económicos.