Luego de la primera guerra mundial el mundo comenzó incipientemente a cerrarse en materia económica, yendo al proteccionismo. Y más aún, luego del crack de 1929. Algunos con gobiernos democráticos, como el de Franklin Delano Roosevelt. Otros países, comenzaron a cerrarse de manera más radicalizada y autoritaria, tanto en lo económico, como en lo político, como la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler. Eran gobiernos que habían llegado al poder por el voto, pero eran profundamente autoritarios en el ejercicio de ese poder.
Buscaban chivos expiatorios, para adjudicarles los males económicos de sus países o sus fracasos políticos. Particularmente, utilizaban a las minorías como esos chivos expiatorios, como los inmigrantes de diversas etnias, e identidades culturales, que estuviesen por fuera del binarismo clerical y heteronormativo, que caracteriza a estas reaccionarias tendencias. Estos dos gobiernos, habían nacido al fragor de las instituciones religiosas y eran profundamente clericales. Entendemos por clericalismo, a la intromisión del clero en los asuntos públicos. Entendemos por secularidad, a la relegación de las creencias personales a los templos, y al ámbito privado de las personas.
El clero utilizó a estos gobiernos porque entendía, que debía ponerle un freno a la amenaza roja soviética. Es decir, que para la iglesia, era mejor repartir un poco más equitativamente el ingreso, que la eliminación total de la propiedad privada, ante potenciales radicalizaciones. Ya que si los trabajadores tenían mejor calidad de vida, no tendrían motivos de radicalizarse. Algunas de esas propiedades, eran pertenecientes al clero.
Hoy en día no existen posibilidades de radicalizaciones, pero ante el avance de derechos sociales a inmigrantes y de los derechos, de las minorías sexuales, llegó la reacción conservadora. Como se sabe, “Reaccionario” viene de “reacción”. Estás tendencias reaccionarias de extrema derecha y populistas de derecha, se ven hoy en día en políticos como Matteo Salvini, Trump, Le Pen, Andrzej Duda de Polonia, Viktor Orbán de Hungría, etc. Dicen que quieren volver a “hacer grandes” a sus países. Con eslogans como “Italia para los italianos” o “América First” en EEUU. Algunos son gobierno y otros no, como Le Pen. Aparte de ser ultra clericales, son nacionalistas, aunque no todos los nacionalismos son de extrema derecha, eso está claro. Recurren a un tribalismo, para restablecer un orden social, basado en la tradición. Impidiendo la diversidad cultural que fortalece la democracia. Tratando a volver a supuesto pasado, que para ellos fue mejor.
Hace pocos días el presidente de Polonia comparó al movimiento LGBT con el comunismo. Habría que aclarar una cosa. En lo que fueron los países comunistas, la comunidad gay sufrió discriminación.
En todo caso, el otorgamiento de derechos a las minorías sexuales, tiene más que ver con el liberalismo político. Que no siempre se excluye de la intervención del Estado, como sucede en Nueva Zelanda con los laboristas, aplicando un Green New Deal y mostrándose a favor de los derechos de las minorías étnicas, religiosas y sexuales. O como sucedía con la socialdemocracia de Mujica en Uruguay.
La persona que no esté de acuerdo con los derechos de la comunidad LGBT, simplemente puede no cambiar de género, o no casarse o acostarse, con una persona de su mismo sexo, pero nunca decirle a otra persona, lo que debe hacer con su propio cuerpo, porque eso es autoritarismo. Ni mucho menos imponerle un credo a otra persona, o imponerle su sistema de valores o creencias, sobre el cuerpo de otra persona. Su sistema de valores debe estar relegado al fuero íntimo, al templo, alejado de los asuntos públicos, no imponerlo en el cuerpo del otro. Clericalismo es autoritarismo, secularidad es democracia.
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En Hungría, el gobierno de extrema derecha de Viktor Orbán, le negó el derecho humano a la identidad, a las personas trans. Como se sabe, el derecho a la identidad, es uno de los derechos más fundamentales de las personas.
En la Argentina del año 2012, había otra clase de populismo. Un populismo liberal, concepto del sociólogo Daniel Jones. Como autor de la nota, dejo en claro, que cuando hablo de populismo, no lo hago en términos peyorativos, sino descriptivos. Es decir, si uno observa los procesos de “Memoria, verdad y justicia” que denunciaron y juzgaron las violaciones a las libertades políticas y a los derechos humanos, cometidos por los genocidas y las leyes seculares, como “Educación sexual integral”, “Matrimonio igualitario” y “ley de Identidad de género”, son cuestiones o leyes liberales en lo político, pero enmarcadas en un proyecto político populista. Es interesante la concepción de la ley de identidad de género, porque entiende al género como una construcción cultural, como lo hacía Simone de Beauvoir. Más precisamente, en el artículo dos de esa norma.
De hecho ni la naturaleza es binaria. Hace unos años en un reality show argentino, había un participante que físicamente era hombre, pero su genitalidad era femenina, y había nacido así. Por ende, la naturaleza no es binaria.
Otra característica de este populismo, es que incluye a las minorías, esas mismas minorías, que los populismos de derecha, utilizan de chivos expiatorios. También el gobierno argentino de Hipólito Yrigoyen, fue un populismo liberal, ya que tuvo una reforma secular educativa, como la reforma universitaria de 1918.
También existe otra clase de populismo, que es de izquierda. Que incluye a las minorías, como los inmigrantes, al aparato productivo y cultural de un país. Como lo fue el peronismo en la Argentina, en sus dos primeras presidencias. Pero no es secular, ya que tuvo educación religiosa obligatoria en los colegios públicos, y un apoyo explícito del clero. Apoyo, que dejó de tener cuando nombra a Eva Perón, como “Jefa espiritual de la Nación” luego de su defunción. Ese ideario, contrastaba con lo simbólico de la Virgen María y había un choque de identidades en pugna. Sumado a que Eva justo había fallecido a los 33 años, con lo cual, la carga simbólica era enorme. También, otorgó el sufragio femenino. En lo que si coinciden los tres populismos, son en la intervención del Estado en la economía. Sus diferencias, radican en la relación con las minorías.
Para pasar en limpio, el populismo de derecha discrimina a las minorías, como inmigrantes, las utiliza como chivos expiatorios y es clerical. El populismo de izquierda también es clerical, pero incorpora a esas minorías. Al aparato productivo y cultural de un país. El populismo liberal es como el de izquierda, pero con leyes seculares, incluyendo a minorías sexuales, etc. O con leyes que contrastan con el clericalismo, desde lo más profundo de su matriz cultural e ideológica. Como sucedió con el matrimonio igualitario argentino y la ley de identidad de género antes citada.
También es cierto que existen similitudes entre la socialdemocracia, o el liberalismo de izquierda, como pueden ser Sanders o Mujica, con el populismo liberal. Y hasta quizá puede existir momentos, en que un gobierno, oscile entre estás dos tendencias o el populismo de izquierda, porque más allá de los matices, hay un puente en común, que es la búsqueda de la igualdad, la inclusión y la justicia social. Es que el populismo liberal, como todo populismo, intenta ser la totalidad, la socialdemocracia o el liberalismo de izquierda, sólo una parte de la totalidad, de la democracia. También es cierto que son irreconciliables los populismos liberales y de izquierda, con el populismo de derecha. Ya que los populismos liberales y de izquierda, aún con sus matices ya mencionados, se basan en la inclusión, en cambio el populismo de derecha se basa en la exclusión y la discriminación.
También, existen otras formas de extrema derecha, como en Alemania, que por ahora se muestra cercana a la economía social de mercado, pero con características singulares, con minorías sexuales, siendo miembros activos del partido xenófobo “ Alternativa por Alemania ”.
Otra forma de extrema derecha, es la que existe en Brasil con Bolsonaro, que también es partidaria de una economía social de mercado, pero profundamente conservadora, reaccionaria y clerical en lo político.
El combo de crisis migratorias, avance de derechos, y crisis económicas, como la de las hipotecas subprime, han engendrado este monstruo reaccionario. Se podrá salir de esta situación, con soluciones locales y globales, mayor democracia, concientización, inclusión, y la lucha irrestricta e indeclinable, contra toda forma de discriminación.
Escrito por,
Emmanuel Ruarte “Manuel Fenicio”.
Analista político, económico e historiográfico.
Buenos Aires, Argentina.