La capital de Corea del Norte se vistió de solemnidad y pesar esta semana con el funeral multitudinario de Kim Ki-nam, figura clave del aparato propagandístico del país, que falleció a la edad de 94 años.
El gobernante Kim Jong-un presidió el evento, junto a las principales figuras del régimen, para despedir a quien dejó una huella imborrable en la historia y la identidad del país.
El féretro de Kim Ki-nam fue trasladado desde el salón funerario hasta el Cementerio de los Mártires de la Patria de Pyongyang, en un cortejo fúnebre que recorrió las calles capitalinas. Ciudadanos expresaron sus condolencias en un gesto de tristeza compartida por la pérdida de quien dedicó su vida a la causa del partido y al crecimiento espiritual y cultural del pueblo norcoreano.
La agencia estatal KCNA detalló que el funeral fue un evento solemne, marcado por las reverencias de más de un centenar de funcionarios del partido y la guardia de honor que disparó 180 salvas en honor a Kim Ki-nam. Ri Il-hwan, miembro del Politburó, pronunció un discurso de pésame, seguido de un minuto de silencio presidido por Kim Jong-un, quien luego echó tierra sobre el féretro en un gesto simbólico de despedida.
Kim Ki-nam, quien fue hospitalizado en 2022 por diversas dolencias, dejó un legado significativo en la historia moderna de Corea del Norte. Desde sus inicios en el Departamento de Propaganda y Agitación en la década de 1960, hasta su papel como redactor jefe del principal diario nacional y miembro del Comité Central del Partido de los Trabajadores, Kim Ki-nam fue una figura clave en la consolidación del relato ideológico y la veneración de la familia Kim en la sociedad norcoreana.
Su estrecha relación con Kim Jong-il, padre del actual líder, le otorgó un papel central en la legitimación de la primera sucesión dinástica en Corea del Norte. Ahora, su legado es recordado en la lápida que lo identifica como "Secretario del Comité Central del Partido", mientras que su influencia perdura en la narrativa nacional y el tejido social del país.