Japón ha vuelto a ser foco de atención internacional, esta vez por un logro notable: su creciente población de personas mayores de 100 años. Según datos recientes del gobierno, hasta el 1 de septiembre se registraron 95,119 centenarios en el país, de los cuales el 88% son mujeres.
Entre estas figuras destacan Tomiko Itooka, considerada la persona viva más longeva del mundo con 116 años, y Kiyotoka Mizuno, el hombre más anciano del país, quien a sus 110 años asegura no tener un secreto claro para su longevidad.
Este fenómeno ha despertado el interés de expertos, quienes señalan que varios factores contribuyen a la notable esperanza de vida de los japoneses. Uno de ellos es su dieta, tradicionalmente rica en pescado, arroz, verduras y productos de soya, como el tofu. Estos alimentos, combinados con porciones controladas, aportan nutrientes clave para la salud del corazón y el cerebro.
El estilo de vida activo de muchos adultos mayores también juega un papel fundamental. Incluso superados los 100 años, muchos continúan caminando, andando en bicicleta y realizando actividades físicas ligeras, especialmente en zonas rurales.
Otro factor decisivo es el acceso a un sistema de salud eficiente y accesible, que permite a los ciudadanos recibir atención médica preventiva y tratamientos avanzados, lo cual contribuye significativamente a una vida larga y saludable.
A pesar de este logro, el envejecimiento acelerado de la población plantea desafíos económicos y sociales para Japón. Sin embargo, su ejemplo sigue siendo una referencia global sobre el impacto positivo de una dieta equilibrada, un estilo de vida activo y una fuerte conexión comunitaria.