La convivencia con perros en la adolescencia es un fenómeno que ha cobrado relevancia, especialmente tras la publicación de recientes investigaciones científicas. Según un estudio argentino citado, compartir la vida cotidiana con mascotas caninas durante la adolescencia podría tener efectos positivos en la microbiota intestinal, lo que a su vez favorece la salud mental adolescente.
Estos hallazgos refuerzan la idea de que los lazos humanos con los animales de compañía van mucho más allá de lo emocional. Investigadores encontraron que el contacto diario con perros modifica la composición bacteriana del sistema digestivo de los adolescentes, ayudando no solo a prevenir enfermedades, sino también aportando estabilidad emocional frente al creciente estrés juvenil.
Los adolescentes que conviven con perros tanto en hogares urbanos como rurales mostraron una mayor diversidad en su microbiota intestinal. Esta variedad bacteriana se asocia a un mejor funcionamiento del sistema inmunológico y una reducción en trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad. El estudio sugiere que el efecto benéfico proviene del contacto físico y emocional, así como de rutinas como paseos y juegos, que fortalecen el sentido de responsabilidad y pertenencia.