Después de años sin poder reconocer rostros ni leer, Alice Charton, una maestra jubilada de 87 años que vive en las afueras de París, ha recuperado parte de su visión gracias a un innovador implante ocular desarrollado por la empresa estadounidense Science Corp.
Charton fue diagnosticada con degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad que afecta a más de 200 millones de personas en el mundo y deteriora las células de la retina responsables de la visión central. Aunque esta condición no causa ceguera total, limita gravemente la capacidad de leer, conducir o identificar rostros.
El avance que cambió su vida llegó con el procedimiento experimental “Prima”, en el que cirujanos implantaron un diminuto chip de 2 milímetros por 2 milímetros con 400 electrodos en la retina dañada. Este chip se conecta a unas gafas especiales con cámara incorporada que capturan imágenes y las transmiten mediante señales infrarrojas al implante, el cual envía la información al nervio óptico y luego al cerebro.
Gracias a esta tecnología, Charton ahora puede leer durante breves períodos al día, algo que creía imposible. “Fue como recuperar una parte de mi vida. Volví a tener esperanza”, expresó emocionada.
El equipo, en colaboración con el profesor Daniel Palanker de la Universidad de Stanford, ya trabaja en una nueva versión del chip con 10,000 píxeles, que podría acercar la visión de los pacientes a una agudeza similar a 20/20, es decir, una vista casi normal.
Este avance representa un paso histórico hacia la restauración visual mediante neurotecnología, ofreciendo esperanza a millones de personas afectadas por la pérdida de visión.