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Virginia Hislop, a sus 105 años, se ha convertido en un ejemplo inspirador al obtener su licenciatura en educación en la Universidad de Stanford, a pesar de que la Segunda Guerra Mundial interrumpió sus estudios.
La historia de Virginia comenzó en la década de 1940, cuando fue admitida en la Universidad de Stanford en una época marcada por la incertidumbre de la guerra.
Su trayectoria académica se vio interrumpida cuando su esposo, George Hislop, fue llamado a servir a Estados Unidos, lo que la llevó a postergar sus aspiraciones para apoyar a su familia y contribuir a la causa bélica. Este sacrificio, aunque común entre su generación, no apagó su pasión por el aprendizaje.
A lo largo de los años, Virginia se mantuvo conectada con el ámbito académico. Participó activamente en juntas escolares y universitarias en Washington, demostrando una implicación constante en la educación. Su compromiso se reflejó en su participación en eventos de recaudación de fondos y en la promoción de la educación en su comunidad.
Ocho décadas después de haber interrumpido sus estudios, Virginia decidió retomar su camino educativo en Stanford. Con una dedicación admirable, asistió a clases, completó sus trabajos y finalmente logró graduarse.
Después de la guerra, Virginia Hislop, se dedicó a su familia y a la educación de sus hijos, manteniendo siempre viva su propia aspiración de completar su formación académica.
Además de dedicarse a la educación de sus hijos, Virginia tuvo un papel fundamental en el desarrollo educativo de su comunidad. Promovió con entusiasmo la creación de distritos escolares independientes y participó activamente en la junta de Heritage University, una institución a la que apoyó generosamente con donaciones para respaldar su misión educativa. Su labor y sus aportes económicos ayudaron a numerosos estudiantes a alcanzar sus objetivos académicos.
