En Italia, el queso parmesano no solo es un tesoro gastronómico, sino también una moneda de cambio en el ámbito financiero.
En los valles de la región de Emilia Romagna, al sureste de Milán, Credito Emiliano ha estado aceptando queso parmesano como garantía de crédito desde 1953.
Este banco regional ofrece préstamos que coinciden con el tiempo de maduración del queso, hasta 24 meses, proporcionando a los productores hasta el 80% del valor del producto según los precios actuales del mercado, que ronda los 300 euros por pieza de 36 kilos.
Leo Bertozzi, director de la Asociación de Productores de Parmigiano-Reggiano, destaca que este queso ha sido clave en transacciones financieras desde la Edad Media, debido a su valor y al prolongado proceso de añejamiento que requiere financiamiento hasta su venta.
Giuseppe Montanari, productor de queso, describe estos préstamos como esenciales para comprar leche y cubrir gastos a tasas razonables, asegurando que el banco minimiza riesgos al tener el queso como colateral.
Cada rueda de queso está marcada con un número de serie para prevenir robos, una medida crucial en una región donde incluso 570 piezas fueron robadas en 2017 antes de ser recuperadas. William Bizzarri, responsable del almacenamiento del queso, recuerda alivio al atrapar a los ladrones a tiempo.
Aunque se consideró usar jamón prosciutto y aceite de oliva como garantía, Bizzarri señala que su almacenamiento y trazabilidad son más complicados, haciéndolos vulnerables al robo o la adulteración.
Este método de crédito representa solo el 1% del ingreso anual del banco, es fundamental para la economía local, ya que la agricultura en Emilia Romagna es uno de los sectores clave. El banco contribuye a mantener a los productores en actividad y, por lo tanto, impulsa la economía local.