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Los millonarios que murieron en el sumergible Titán sufrieron por varios minutos el terror y la angustia de saber que descendían sin luz y sin comunicación al fondo del océano.
Detalles de la horrible muerte fueron descritas por la familia de uno de las víctimas que interpuso una demanda en contra de la compañía por negligencia.
Según los dolientes del explorador francés Paul-Henri Nargeolet su familiar experimentó el terror y la angustia mental de saber que tenía los minutos de su vida contados sin poder hacer nada.
Los demandantes exigen 50 millones de dólares por la muerte de su ser querido, argumentando que es necesaria la millonaria indemnización por la grave negligencia que dejó cinco personas muertas, entre ellas al dueño de la empresa.
Uno de los argumentos de los abogados del explorador francés es que el Titán tenía un historial problemático que no fue considerado el día de la expedición, provocando que las víctimas vivieran el terror y la angustias de saber que iban a morir mientras la nave se desintegraba.
Al respecto, se indicó que el sumergible dio señales de que algo andaba mal al dejar caer la pesas 90 minutos después de la inmersión, la última realizaba por la pequeña nave marítima que había hechos otras expediciones.
En la demanda se detalla que aunque no se determine con exactitud los orígenes del fallo se puede deducir lo que vivieron los cinco tripulantes. "El sentido común dicta que la tripulación era muy consciente de que iban a morir, antes de hacerlo".
De acuerdo con los argumentos, la tripulación vivió el terror y la angustia de escuchar el ruido crepitante de la fibra de carbono desprendiéndose a medida que el peso del agua presionaba el casco.
"Habrían continuado descendiendo, con pleno conocimiento de las fallas irreversibles", se dijo sobre la horrible muerte que vivieron los cinco millonarios antes de la implosión.
Los demandantes acusan a los representes de Titan de ocultar información importante sobre los defectos y deficiencias del buque, haciéndolos responsable de la muerte.
