El excapitán de infantería Santos Rodríguez Orellana denunció en la ultimas horas que militares entraron a su casa y amarraron a su empleada domestica y amenazaron a sus hijos.
“Quiero denunciar como miembros de la Fuerzas Armadas llegaron a mi casa a registrarme, yo le pido al general de las Fuerzas Armadas, Ponce Fonseca, que tenga carácter, que nos enfrentemos un frente a frente”, dijo Santos Rodriguez.
“Que me toquen a mi pero que no se metan con mi familia y mis hijos porque entonces voy a empezar a decir el nombre de todos los generales que están involucradas en narcotráfico en Honduras”, manifestó Orellana.
“Miedo no le tengo a las Fuerzas Armadas ni al presidente, me quieren intimidar para que yo no siga hablando, pero voy a seguir hablando porque tengo mas información que le puedo dar al pueblo hondureño de la corrupción del país”, dijo contundente el excapitán.
La carrera del excapitán de las Fuerzas Armadas de Honduras cayó en desgracia luego de pedir que se investigara si un helicóptero decomisado por sospechas de narcotráfico estaba ligado al hermano del actual presidente de ese país.
Desde que ocurrió la confiscación a mediados de 2014, fue suspendido del ejército, luego dado de baja deshonrosamente y el año pasado el gobierno de Estados Unidos lo señaló como sospechoso de narcotráfico y corrupción en un inusual comunicado de prensa.
La situación se le complicó aún más, según el excapitán, cuando agentes antinarcóticos de la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa le pidieron que se declarara culpable de un plan urdido por narcotraficantes y el hermano del presidente para asesinar James Nealon, entonces embajador en Honduras y hoy alto funcionario de Seguridad Nacional del presidente Trump.
Ninguno de esos señalamientos se ha concretado en una causa judicial. La embajada no lo ha denunciado por terrorismo ni narcotráfico en Honduras. Actualmente Rodríguez solo afronta cargos de tortura y abuso de autoridad en un caso que él sostiene que fue un montaje pero que no está relacionado con el decomiso del helicóptero.
Todo comenzó, según él, el 26 de agosto de 2014, cuando decomisó más de 1,000 galones de combustible a bordo de una lancha que dejaron abandonadas sus tripulantes en medio de una persecución de la unidad del ejército a su mando. Al día siguiente Rodríguez recibió una llamada de un informante quien le advirtió que pronto aterrizarían en la zona dos helicópteros con droga para reabastecerse de combustible. Llegarían de Costa Rica y tras ser abastecidos seguirían con la droga a Guatemala.
Uno de los helicópteros aterrizó en la madrugada en cercanías de Laguna de Rapa. Horas después, relata el capitán, recibió una llamada de un representante de los narcotraficantes.
“Capitán vamos a ser claros y pelados”. “‘Ajá, ¿qué quiere?’ le digo yo”. “‘Mire, usted tiene algo que nos interesa. Mire’, me dice, ‘te vamos a dar 500,000 dólares, entréganos diez barriles de combustible que decomisaste’”.
La propuesta, agregó, subió posteriormente a un millón de dólares que él no aceptó pero que comunicó con su superior el capitán Mateo Mejía, según una declaración rendida por Rodríguez ante la dirección de lucha contra el narcotráfico del Ministerio Público de Honduras.
“Bueno, alguien así dice un millón de dólares podría arreglar mi vida con eso y salir de tantos problemas que uno tiene pero los principios que uno tiene no le permite eso”, dijo a Univisión.
Cuando Rodríguez llegó al lugar, el helicóptero, un Bell pintado de negro y franjas rojas y con matrícula de Estados Unidos N-86AF, no tenía droga en su interior, afirmó. Los puestos de los pasajeros habían sido removidos y estaba cubierto con un plástico de camuflaje militar.
La matrícula del helicóptero no corresponde a su número de serie. Según los registros de la Agencia Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos, el número de serie corresponde al de un helicóptero Bell Textron exportado a Guatemala en diciembre de 2011. Los militares descubrieron que debajo de la matricula estadounidense de la cola del aparato había otra, esta vez de Guatemala (TG-LON).
A las pocas horas del decomiso, Rodríguez recibió una llamada de la misma fuente que le dijo, según él:
“‘Capitán está en problemas’. ‘¿Problemas por qué?’”, le digo. “Porque ese helicóptero me dice es del hermano del presidente y del actual secretario de Defensa el ingeniero Samuel Reyes”.
Los militares inspeccionaron una casa cercana y encontraron recipientes vacíos de combustible y un fogón de leña encendido sobre el cual había tortillas y frijoles. Decomisaron armas, arrestaron a 13 personas y marihuana, pero esas evidencias, según declaró a la fiscalía Rodríguez, no llegaron a las autoridades.
La embajada de Estados Unidos seguía de cerca los pasos de Rodríguez. Cuando el 16 de octubre de 2016, el militar salió del Cuartel General del Ejército donde había estado retenido, el embajador Nealon escribió en su cuenta de Twitter: “Lamentable”.
Días antes, Rodríguez había sido contactado por Whatsapp por una persona que se identificó como agente de la DEA de nombre Mateo. No fue una sorpresa. El general de la policía Ramón Sabillón le había dicho que la DEA lo iba a contactar para que prestara colaboración.
La conversación, que Rodríguez mantiene como evidencia, comienza amistosamente por parte de Mateo. En un español deficiente el hombre escribió.
“Sabillon dice que usted son un hombre honesto”.
La conversación se fue transformando en un inquisitivo interrogatorio en el que el hombre terminó advirtiéndole al militar que sabe muchas cosas malas de él y que su única opción es colaborar de inmediato si no quiere problemas legales en Estados Unidos.
“Creo que se mas de lo que se imagina”, afirma Mateo.
Rodríguez reiteró que era inocente y que estaba dispuesto a colaborar aunque lo dejó muy molesto, dijo, una frase de “chantaje”, que Mateo escribió.
“Usted tiene esposa e hijos? Verdad?”.
Rodríguez se lo confirmó a lo que Mateo agregó:
“Mire, ya sé, usted tiene contactos con ellos… jaja… yo tengo fuentes todos lugares aquí”.
Mateo no ocultó lo que quería: información de “Tony”, el hermano del presidente, de tres narcotraficantes hondureños y de conexiones del narcotráfico con Venezuela.
En un punto Mateo entendió que cuando Rodríguez dijo que estaba en “disposición” de colaborar quiso decir que quería hacer una “deposición” o “deposition” en inglés que es una declaración voluntaria.
Ambos se citaron en la embajada el domingo siguiente. Rodríguez asistió y comprobó que el hombre de la conversación era una agente de la DEA. En el sótano de la embajada, recuerda el excapitán, fue sometido a un interrogatorio durante el cual se enteró de su situación frente a la justicia de Estados Unidos.
La versión que manejaba la DEA en su contra, según Rodríguez, es que él había sido escogido por ser un “capitán loco” y tener conocimientos de explosivos para matar al embajador en colaboración con una banda de miembros de las pandillas maras. El plan estaba financiado por el hermano del presidente y los narcotraficantes Wilter Blanco y Roberto Soto García, agregó Rodríguez.
“Yo me puse a reír, yo le dije al agente, yo creí que ustedes eran inteligentes”, recuerda el excapitán. “Ellos me respondieron ‘¿nos estás diciendo tontos?’. Sí, le digo, ¿cómo se pone a creer que vamos a venir a atentar contra un funcionario de Estados Unidos? Aquí en Honduras es totalmente negativo. ¿Dígame de dónde sacó esa locura usted?”.
Según Rodríguez uno de los agentes le advirtió:
“Si vos mañana a las 8 de la mañana no querés declarar contra el hermano del presidente, yo mañana publico tu nombre en los medios de comunicación”.
A lo que el excapitán respondió:
“Es que yo no puedo declarar algo que no es cierto, yo puedo declararle a usted que esa gente es narcotraficante, que el hermano del presidente es narcotraficante porque ustedes mismos saben, pero yo no puedo venirte a declarar a una corte de Estados Unidos que el hermano del presidente me está pagando [por el atentado]”.
Los agentes, agregó Rodríguez, no lograron convencerlo y al día siguiente, después de una última llamada de Mateo, la embajada publicó un comunicado de prensa en el que afirmaba que estaba bajo investigación “debido a sus presuntos vínculos en actividades de narcotráfico y corrupción”.
El gobierno de Estados Unidos en el exterior no suele identificar a personas sujetas a investigaciones.
Un vocero de la embajada le dijo a Univision que no haría comentarios sobre las declaraciones de Rodríguez a esta cadena pero que el comunicado seguía en firme.
Rodríguez está dedicado a sembrar café en las montañas de Honduras. Deriva parte de sus sustento de los ingresos de su esposa, cuya familia es proveedora de alimentación de las Fuerzas Armadas.
Según Rodríguez, a los tres días le ordenaron salir de la zona y trasladarse a Tegucigalpa donde empezó su pesadilla, dijo.
“Me llevaron a una base militar, estuve ahí en calidad de depósito”, recuerda. “Salía a mi casa y regresaba para interrogarme, para preguntarme que sabía de ese helicóptero… y lo mismo yo les decía, el helicóptero es del hermano del Presidente”.
Rodríguez sostiene que los militares sospechaban que él trabajaba para un cartel rival de los dueños del helicóptero
“El general José Trinidad Moreno Bello me decía ‘mirá, ¿cómo es que vos te das cuenta que va a caer ese helicóptero, ¿cómo es que vos te das cuenta cuando desarticulaste una banda de narcotráfico?”, sostiene Rodriguez. Y agrega: “Increíble yo estuve en esa operación del helicóptero, yo lo decomisé y me acusaban de estar coludido con el narcotráfico”.