La historia de Iwao Hakamada, un japonés que estuvo preso la mitad de su vida siendo inocente, ha conmocionado e indignado a la opinión pública.
Todo comenzó con un par de pantalones salpicados de sangre que eran las pruebas contundentes de la policía de 1960 para esclarecer el crimen de una familia, y que tras varios análisis se determinó que no eran sangre de las víctimas o el victimario.
El hombre fue condenado a muerte en 1968 por asesinar a una familia, y cuyas pruebas eran unos pantalones de manchados con sangre de las supuestas víctimas.
La lucha del japonés duró más de 56 años; los cuales pasó en una cárcel completamente aislada de la sociedad y que le provocó problemas cognitivos.
Con la decisión de juez a favor de Iwao Hakamada se pone fin a una larga batalla legal que este hombre inició en 1960, cuando fue inculpado de los crímenes que quedaron en la impunidad por haber señalado a la persona incorrecta.
De acuerdo con el dictamen, la ropa manchada de sangre, prueba para robarle 50 años de su vida, no pertenece a las víctimas ni a Iwao Hakamata como hicieron creer las autoridades.
El japonés fue víctima fácil luego que empezó a trabajar en una planta procesadora de soja, cuyos dueños fueron asesinados.
El japonés llegó a confesar el crimen, pero luego se detractó asegurando que la policía lo había intimidado y golpeado.
A pesar de sostener su inocencia y que las pruebas de ADN confirmaban, años después, que el pantalón de sangre no era prueba vinculante, fue condenado a pena de muerte; la cual no se ejecutó por su lucha para demostrar su inocencia.