En medio de los esfuerzos intensificados del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para asegurar la aprobación de un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William J. Burns, publicó un artículo en la revista estadounidense Foreign Affairs, que analiza la situación actual de la guerra en Ucrania, que cumplirá dos años el próximo 24 de febrero desde que Vladímir Putin autorizó la invasión rusa.
Burns considera que el 24 de febrero de 2022 marcó el fin de la era posterior a la Guerra Fría con la invasión rusa, y sostiene que estos casi dos años de conflicto han debilitado considerablemente al líder del Kremlin, Vladímir Putin.
"La guerra de Putin ya ha sido un fracaso para Rusia en muchos niveles", destaca Burns en su columna. Considera "tonto e ilusorio" el objetivo de Putin de tomar el control de Kiev para convertir a Ucrania en un estado satélite de Moscú.
El director de la CIA señala que el Ejército ruso ha sufrido "daños inmensos" en estos casi dos años de conflicto, con más de 315,000 soldados muertos o heridos y dos tercios del inventario de tanques destruido. Además, menciona que el programa de modernización militar de Putin se ha desvanecido.
Burns atribuye estos daños al valor y destreza de los soldados ucranianos y al apoyo de Occidente. Añade que la población rusa también está sintiendo las consecuencias, con una economía seriamente dañada y un futuro económico incierto al sellar su destino como "vasallo económico de China".
No obstante, Burns reconoce que el control represivo de Putin no se debilitará pronto, pero señala que la guerra en Ucrania está erosionando silenciosamente su poder a nivel nacional.
El director de la CIA destaca un momento crucial: el motín liderado por el fallecido líder mercenario Yevgeny Prigozhin en junio pasado, que desafió la imagen de control cuidadosamente pulida de Putin y prevé que las críticas de Prigozhin sobre los errores militares y la corrupción persistirán.
En este sentido, Burns anticipa un 2024 desafiante en el frente ucraniano, mientras que Rusia regenera su producción de defensa con la colaboración de China, Irán y Corea del Norte, apostando a desgastar a Ucrania y a sus aliados occidentales.