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A pesar de las críticas, protestas ciudadanas, preocupaciones ambientales y cuestionamientos internacionales, el presidente López Obrador inauguró hoy el Tren Maya. Acompañado por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, y altos mandos militares, anunció la apertura de las primeras seis estaciones de este ambicioso proyecto ferroviario.
El presidente destacó la magnitud de la obra, mencionando que es única en el mundo en la actualidad y se completó en un tiempo récord, haciendo hincapié en que este tipo de proyectos suelen trascender los gobiernos. Aunque se adelantó que el próximo tramo, conectando a Palenque en Chiapas, se inaugurará el 30 de diciembre, se estima que la totalidad del trazado estará terminada para febrero de 2024, según estimaciones gubernamentales.
El tren operará a unos 120 kilómetros por hora, reduciendo el tiempo de viaje entre Campeche y Cancún a seis horas, según informó el general Óscar David Lozano, director del proyecto. Los boletos tendrán un costo que oscilará entre 70 y 100 dólares por viaje, siendo un poco más económicos que los pasajes en autobús para el mismo recorrido, según destacó el presidente López Obrador. Además, se anunció el despliegue de más de 2,800 elementos de la Guardia Nacional mexicana para proteger las áreas cercanas a las vías, utilizando drones, cámaras, radios, vehículos patrulla y helicópteros con el fin de salvaguardar la infraestructura del Tren Maya.
A pesar de ser uno de los proyectos públicos más controvertidos en la historia moderna de México, con más de 20 amparos legales y varios juicios en curso por presuntas violaciones a las leyes ambientales y a los derechos de las comunidades indígenas, López Obrador ha minimizado las críticas, tachándolas de tácticas políticas y defendiendo el proyecto como un impulsor del desarrollo económico para la península, beneficiando a casi 397,000 habitantes de las áreas por donde pasará el tren.
El inicio del funcionamiento del Tren Maya está programado para el próximo 16 de diciembre. Sin embargo, este proceso, visto como inevitable a nivel local, con la justificación de un futuro beneficio económico, conllevará impactos irreversibles en la biodiversidad mexicana y en la relación histórica de las comunidades en la región.
