Tegucigalpa, la capital de Honduras, sufre una de las peores embestidas ambientales con incendios forestales que dejan enormes daños ecológicos que afectan directamente a la población.
Los siniestros y la tala indiscriminada de bosques, en su mayoría ligados a proyectos habitacionales hacen que los capitalinos carezcan de agua, vital líquido para combatir el coronavirus.
Los fuertes racionamientos de agua, las temperaturas y la densa capa de humo se suman a una problemática mayor que mantiene de rodillas a potencias como Estados Unidos, cuyo sistema de salud ha sido insuficiente para contrarrestar el contagio.
Uno de los incendios que continúa activo es el de la zona forestal Cerro Azul, colindante con Santa Lucía y que está dejando enormes daños.
Se estima que el 90 por ciento de los incendios forestales son provocados y en su mayoría quedan impunes, mientras la población sufre los efectos climáticos en medio de una pandemia que para combatirla es vital el agua.
Hasta la fecha la región más afectada por el contagio es San Pedro Sula, considerada el epicentro del coronavirus en Honduras.
Proyecciones de médicos y especialistas han alertado que en mayo será el pico del contagio por las aglomeraciones masivas registradas en los primeros días de la pandemia.
Honduras reporta más de 400 casos de coronavirus y 31 muertes. Datos que han sido cuestionados por expertos ante la falta de logística del régimen.