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En una tensa llamada telefónica con la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, reafirmó su interés en adquirir Groenlandia, una región autónoma del reino danés, según reportaron varios funcionarios europeos. A pesar de que Frederiksen reiteró que la isla "no está en venta", también ofreció cooperar en temas de bases militares y explotación de minerales, lo cual no apaciguó la postura del exmandatario.
La conversación, que duró 45 minutos, fue descrita por cinco altos funcionarios europeos como "agresiva y confrontacional". Uno de ellos calificó el intercambio como "horrendo" y otro afirmó: "Fue un balde de agua fría. Antes era difícil tomarlo en serio, pero ahora parece un asunto potencialmente peligroso".
Trump, quien comenzó su segundo mandato con ideas como adquirir Groenlandia, el Canal de Panamá, e incluso Canadá, ha intensificado las preocupaciones de los aliados europeos sobre las tensiones transatlánticas. Su insistencia en adquirir Groenlandia se justifica bajo la premisa de intereses de "seguridad nacional", particularmente debido a la creciente influencia de Rusia y China en el Ártico.
Groenlandia, con una población de apenas 57,000 personas, es estratégica por sus rutas marítimas emergentes y sus vastos recursos minerales, aunque de difícil acceso. Según un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Trump considera vital proteger los intereses estadounidenses en la región y colaborar con Groenlandia para la prosperidad mutua.
Sin embargo, la llamada con Frederiksen parece haber profundizado la crisis diplomática. Fuentes señalan que Trump incluso amenazó con imponer aranceles a Dinamarca si continuaban resistiéndose a la propuesta. El gobierno danés, por su parte, niega las versiones proporcionadas por fuentes anónimas, calificándolas de inexactas.
En un contexto donde Rusia y China buscan ganar terreno en el Ártico, Trump ha insistido en que Groenlandia es clave para garantizar la seguridad del "mundo libre". Durante una conferencia de prensa antes de asumir el cargo, llegó a declarar: "La gente ni siquiera sabe si Dinamarca tiene derecho legal sobre Groenlandia, pero, si lo tiene, debería cederla porque la necesitamos para nuestra seguridad".
El episodio refleja una creciente incertidumbre entre los aliados europeos sobre las prioridades estratégicas de Estados Unidos y cómo estas podrían transformar el equilibrio geopolítico en el Ártico.
