La ofensiva iniciada por el gobierno salvadoreño en contra de las pandillas, prevé un repunte de la violencia en Honduras, tomando en cuenta que estos grupos criminales buscarán emigrar para continuar con sus operaciones delictivas.
El plan antimaras salvadoreño cuenta con el despliegue de un comando elite de 600 militares y 400 policías, que se encargará de “golpear” y “desarticular” a las estructuras armadas que se resguardan en las zonas rurales del país centroamericano.
Iniciados intensos patrullajes por los miembros de la nueva Fuerza Especializada de Reacción, fuertemente decididos a enfrentarse a muerte con los pandilleros. Ese extremo provoca una fuerte emigración de los malvivientes hacia Honduras, estimaron los expertos en seguridad hondureña.
En marzo de 2012, las pandillas salvadoreñas acordaron una tregua y los homicidios se redujeron a cinco por día, pero desde que el pacto se rompió en septiembre de 2013, los asesinatos aumentaron hasta más de 25 diarios.
En tanto, las muertes producidas por pandilleros en Honduras alcanzan un 10 por ciento del total de crímenes violentos y sus operaciones quedan plasmadas en acciones de terror, como desmembramientos, lanzamiento de cadáveres en espacios públicos, asaltos a mano armada, extorsiones, violaciones, quema de negocios y unidades del transporte público.
La Fuerza Especializada de Reacción El Salvador está en las calles como si fuera una verdadera guerra, equipados con lanzagranadas, fusiles AK-47, ametralladoras M60 y ametralladoras calibre 50 milímetros. Eso ha provocado una preocupación en Honduras porque los miembros de la asociación ilícita podrían entrar al país por “el efecto Cucaracha”.
Se conoce como “el efecto Cucaracha” cuando un país tiene problemas internos y se utiliza la violencia, algunos sectores huyen o escapan a las naciones vecinas, llevando parte del problema en su país de origen.
El general retirado, Luis Alonso Maldonado, tiene claro que lo único que mira con las medidas del gobierno salvadoreño, es que los mareros busquen emigrar para salvar sus vidas.
“El riesgo sería la migración al sentirse presionados y como tienen contactos en Honduras, podrían trasladar sus áreas de operación al territorio nacional, por lo tanto puede incrementar las modalidades del delito y el crimen”, analizó Maldonado.
Lo mismo piensa la criminóloga, Arabesca Sánchez. “La emigración hacia Honduras es muy probable que suceda. Ellos se querrán desplazar para acá y empezar a desarrollar actividades delictivas en el país”.
La llegada de pandilleros salvadoreños solo incrementaría el problema social y lo actos delictivos que cometen los miembros de la asociación ilícita.
El Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH) muestra una estadística que el 10 por ciento de los homicidios del país son causados por maras (siendo un reflejo de muerte de un pandillero a otro).
“El problema que esa categoría no tiene datos y se convierte en problema para una estadística”, dio Migdonia Ayestas, directora del OV-UNAH.
Las muertes de los pandilleros en Honduras se reconocen porque las hacen con desmembramientos, lanzando una víctima en espacio público y utilizando como herramienta preferida el arma de fuego. Además los homicidios están mayormente dirigidos a personas menores de 30 años.
En El Salvador de junio a enero de 2015 se reportaron dos mil 865 asesinatos provocados por mareros, dejando un promedio de 22 muertos por día. En Honduras se contabilizan 13 diarios.
La criminóloga, Arabesca Sánchez, dice estar preocupada por la situación y no mira nada positivo con la guerra del Ejército y las maras en El Salvador.
“Mientras no se trabaje con medidas de prevención no se evitará que los jóvenes caigan en esos grupos criminales. No se puede dejar de controlar los delitos que los cometen como narcomenudeo, sicariato, homicidios y extorsión”, dijo.
Y continuó señalando que “de llegar al país sería un problema serio porque ellos donde se trasladan llegan a desarrollar todo su catálogo de actividad delictiva y de control en los barrios y colonias”.
Un reciente artículo del sitio especializado en crimen organizado, InSight Crime, califica como un “asunto complejo” el conteo oficial de integrantes de pandillas en Honduras. Por ejemplo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) dice que hay 12 mil pandilleros, mientras que la Policía Nacional de Honduras afirma que hay unos 25 mil.
Por su parte, el programa gubernamental de prevención sostiene que hay poco menos de cinco mil pandilleros, y de esos solo unos 500 están en la cárcel. Los cálculos del gobierno de Estados Unidos se ubican en el otro extremo: 36 mil pandilleros en Honduras.
La llegada de los pandilleros salvadoreños por ahora es solo una hipótesis, pero se podría convertir en realidad, eso se colige de las aseveraciones de los entrevistados.
Por eso el analista político, Raúl Pineda Alvarado, es claro y asegura que el gobierno de Honduras debe dar una solución a corto plazo. “Lo que se debe hacer es reprimir a los pandilleros de otro país. En primer lugar limitar al máximo que todas las personas que sean mareros entren al país, para eso las autoridades deben empezar a identificar al marero extranjero en los puntos migratorios”, sugirió.
Por otra parte, el general Maldonado envió un claro mensaje a las autoridades del país: “Para evitar que suceda, lo primero que debe existir, es una coordinación al más alto nivel, es decir del Gobierno de Honduras para identificar las áreas donde tienen más incidencias en el país vecino. Después debe haber coordinación entre agencias de inteligencias y de emigración. Por último un control severo fronterizo, pero si se confirma que hay procesos migratorios de ellos”, explicó.
“En El Salvador están haciendo una medida obligada porque ellos se adueñaron de bastante espacios y por eso tuvieron que hacerlo. Ellos tienen una ventaja por lo reducido del territorio, pero no debe ser como un modelo a seguir en Honduras”.
Por su lado Ayestas, del Observatorio de la Violencia, destacó que el problema de Honduras es que no se han identificado bien donde están los lugares de maras y pandillas, que en las fronteras hay muchos puntos ciegos y puede provocar la entrada de ellos al país.
“Sería negativo la entrada de esos individuos al país porque vendrían a asesorar, formar y hacer un capital negativo ante los hondureños, eso implica que sería más fuerte el accionar de los grupos organizados. Se debe prevenir evitando en las fronteras que se trasladen a Honduras”, cerró Migdonia