La tragedia en La Mosquitia, Gracias a Dios, que dejó 27 muertos tras un naufragio, es el inicio del dolor de decenas de menores que quedaron huérfanos y a la intemperie.
Su realidad ya hace eco en los medios locales, los cuales han destacado las condiciones en las que viven los pequeños.
La extrema pobreza que incrementa por la falta de oportunidades laborales vuelve crítica la situación.
Solo un 5 por ciento en la localidad cuentan con un trabajo, mientras que los hombres son obligados a trabajar en la pesca.
Las labores de mar se ejercen en condiciones precarias que ponen en peligro sus vidas y su salud, dejándolos lisiados.
“No sé como haremos, aquí ni tengo como trabajar”, dijo una de las viudas que ruega por una oportunidad para darle sustento a sus hijos.
Las familias habitan en pequeñas covachas, hacinados y con altos índices de desnutrición.