Ingerir mayores cantidades de alimentos altamente procesados está asociado con un mayor riesgo de desarrollar varias condiciones crónicas, como diabetes, enfermedades cardíacas y cáncer, según una investigación reciente. Según Helen Croker, del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer Internacional, el consumo elevado de alimentos ultraprocesados, especialmente productos de origen animal y bebidas azucaradas, se vincula con un mayor riesgo de padecer cáncer junto con otras enfermedades como apoplejías o diabetes.
A pesar de ello, el aumento del riesgo es leve, según Tom Sanders del King's College de Londres. Aunque este estudio no puede afirmar con certeza que los alimentos ultraprocesados causen directamente estas enfermedades múltiples, investigaciones anteriores han establecido una conexión entre ciertos alimentos ultraprocesados y problemas de salud, según Ian Johnson del Quadram Institute Bioscience del Reino Unido, quien no estuvo involucrado en el estudio.
Johnson añadió que considerando la evidencia científica acumulada, es probable que algunos tipos de alimentos ultraprocesados aumenten el riesgo de enfermedades más adelante, ya sea por su impacto directo o porque reemplazan a opciones más saludables como verduras, frutas, frutos secos, semillas y aceites de oliva.
Los resultados son preocupantes dado que en Europa, más de la mitad de la ingesta diaria de alimentos consiste en productos ultraprocesados, según Heinz Freisling, de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. En Estados Unidos, un estudio de 2019 estimó que alrededor del 71% del suministro alimentario es ultraprocesado.
Los alimentos ultraprocesados contienen ingredientes poco comunes en cocinas caseras y una variedad de aditivos diseñados para mejorar su sabor o atractivo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Estos aditivos incluyen conservantes, emulsionantes, colorantes artificiales, entre otros, además de azúcar, sal y grasas modificadas para hacer los alimentos más apetecibles.
Los aditivos mencionados abarcan conservantes que protegen contra moho y bacterias, emulsionantes que evitan la separación de ingredientes, colorantes y tintes de origen artificial, junto con agentes para controlar la espuma, blanqueadores, gelificantes, productos para dar brillo, así como azúcar, sal y grasas modificadas para mejorar el atractivo del alimento.