Molly Kochan tenía una vida aparentemente estable, un matrimonio de 15 años, una rutina ordenada y una sensación de control que le brindaba cierta seguridad. Pero todo cambió en 2015, cuando le diagnosticaron cáncer de mama en etapa IV, con metástasis en el cerebro, los huesos y el hígado. Ante un pronóstico terminal, Molly optó por tomar un camino inesperado: dejar a su esposo y emprender una profunda exploración de su sexualidad como forma de reafirmar su derecho a vivir.
Su historia dio origen al pódcast "Dying for Sex", creado junto a su mejor amiga, Nikki Boyer. En él, Molly compartió abiertamente cómo el sexo se convirtió en un canal para reconectar con su cuerpo y afrontar el miedo a la muerte. “Mi exploración sexual fue una forma de decir: ‘No estoy lista para morir’”, explicaba.
Durante varios años, tuvo encuentros íntimos con cerca de 200 hombres, algunos emotivos, otros excéntricos. Desde un joven que transformó su experiencia en un guion cinematográfico hasta fetiches poco convencionales, cada historia sumaba una nueva dimensión a su redescubrimiento personal.
Sin embargo, la vida de Molly no fue sencilla. Creció en un entorno familiar marcado por la adicción, el abandono y el abuso infantil. Estos traumas afectaron su relación con el cuerpo y el placer durante años. El diagnóstico de cáncer la impulsó a reconectar con una parte de sí misma que había permanecido silenciada: su deseo, su voz y su libertad.
Más allá de las experiencias sexuales, "Dying for Sex" abordó temas como el trauma, el perdón, la muerte, la espiritualidad y la identidad. Para Molly, cada encuentro era más que un momento físico: era una afirmación de que aún tenía algo que decir, algo que sentir.
Su historia, que luego inspiró una serie protagonizada por Michelle Williams, continúa resonando como un testimonio valiente y humano sobre cómo vivir plenamente, incluso cuando el tiempo parece agotarse.
Rusia asegura haber creado una vacuna para combatir el cáncer.