Hace más de cinco décadas, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la majestuosa cordillera de los Andes, dejando a 45 personas luchando por sus vidas un 13 de octubre de 1972. Solo 16 personas salieron con vida de aquella tragedia, dando inicio a una historia de supervivencia y lo que fue de sus vidas después.
"Experimentamos cada instante sin tener la capacidad de reflexionar sobre la moralidad de nuestras acciones, ya que, para asegurar nuestra supervivencia hora a hora, no podíamos permitirnos detenernos a pensar", expresó Pedro Algorta, uno de los 16 sobrevivientes.
Pedro Algorta, un estudiante de Economía en ese entonces, encontró su camino de regreso a la normalidad al retomar sus estudios, culminando con una maestría en Administración de Empresas en la Universidad de Stanford. Su vida profesional se desarrolló en Argentina, donde dirigió una fábrica de cerveza y bebida. Se retiró en 2007, sumergiéndose en consultorías y conferencias, y plasmó su experiencia en el libro "Las montañas siguen allí".
Roberto Canessa, estudiante de Medicina y jugador de rugby, después de los 72 días de supervivencia, terminó su carrera médica, llegando a ser un destacado cardiólogo infantil y recibió tres veces el Premio Nacional de Medicina de Uruguay. En 2016 publicó su libro "Tenía que sobrevivir" y continúa inspirando a través de charlas motivacionales.
"Pancho" Delgado, que en ese entonces tenía 25 años, uno de los mayores del grupo y sobrevivió a pesar de tener una herida en su pierna durante los 72 días, al regresar culminó sus estudios en Derecho y optó por una vida más privada tras revelar el dramático episodio de la supervivencia. Se estableció como notario, construyó una familia, y se retiró de los reflectores mediáticos.
Daniel Fernández Strauch, parte del grupo de liderazgo en la montaña y el encargado de cortar y secar la carne, sin que nadie supiera a quién pertenecía, dirigió una empresa informática y tecnológica después de regresar. Publicó "Regreso desde la montaña" en 2012, recordando la travesía que marcó sus vidas.
"Bobby" Francois, jugador de rugby y uno de los más jóvenes, lleva una vida reservada centrada en su familia y su trabajo como productor agropecuario, después del rescate poco se ha sabido de él.
Roy Harley, el ingeniero de la Sociedad de la Nieve, era la primera vez que viajaba en un avión. Era el encargado de reparar la radio que les sirvió para mantenerse al tanto de las noticias sobre su búsqueda. Se convirtió en conferencista, transmitiendo su experiencia a través de charlas. Gracias a Harley se lograron tener las imágenes de la montaña, ya que era el único con una cámara fotográfica.
"Coche" Inciarte, uno de los mayores del grupo, pasó los últimos días en la montaña sin poder caminar por una infección en su pie. Al regresar, se convirtió en un destacado productor de lácteos en Uruguay. Falleció de cáncer el 27 de julio de 2023, a los 75 años. Su legado perdura en su libro "Diario de un superviviente: Memorias de los Andes".
Álvaro Mangino, aunque sufrió una pierna rota durante la tragedia y estuvo los 72 días sin caminar, rehízo su vida en Brasil antes de regresar a Uruguay, tuvo cuatro hijos y trabajó en una empresa de calefacción y aire acondicionado.
Javier Methol, el mayor de los sobrevivientes, con 36 años, había decidido viajar a Chile con su esposa Liliana, quien murió durante la avalancha en los Andes. Años después del incidente volvió a casarse y dedicó su vida laboral a una empresa tabacalera.
Carlos Páez, el más joven del grupo con 18 años, su padre Carlos Vilaró, lo buscó incansablemente durante los 72 días, y fue él quien leyó en la radio la lista de los supervivientes. Al regresar, tuvo problemas de adicción al alcohol y a las drogas que pudo superar para luego convertirse en empresario, publicista y orador motivacional.
"Nando" Parrado, cuya familia fue devastada en el accidente, durante los primeros 4 días estuvo inconsciente y sus compañeros al principio lo dieron por muerto, al volver encontró su camino en el automovilismo y la televisión. Casado y padre de dos hijas, su historia sigue inspirando a través de sus charlas y libros.
"Moncho" Sabella, no vinculado al rugby, estableció su vida empresarial en Paraguay, optando por un perfil bajo hasta descubrir el impacto que su experiencia tenía en los demás.
Eduardo Strauch, jugador de rugby y arquitecto, era parte del grupo de líderes que integraba junto con sus primos “Fito” Strauch y Daniel Fernández. Al regresar, construyó una familia y se convirtió en arquitecto.
Adolfo "Fito" Strauch, fue quien inventó la máquina para derretir hielo y los lentes de sol, todo fabricado con restos del avión, lleva una vida tranquila en el campo, enfocado en su familia y su hacienda.
Antonio "Tintín" Vizintín, un pilar en el rugby, se destacó en el mundo empresarial y del rugby en Uruguay. Se casó tres veces y actualmente se dedica a dar charlas y conferencias.
Gustavo Zerbino, el custodio de recuerdos, cuando llegaron los helicópteros de rescate, fue quien guardó los objetos de los fallecidos en una maleta. Continuó su vida trabajando en la industria farmacéutica y participando activamente en el rugby uruguayo.
Cada uno de estos sobrevivientes lleva consigo las huellas imborrables de aquellos 72 días en las montañas, demostrando que la resiliencia humana puede superar incluso los desafíos más inimaginables.