Visita papal a Tailandia, donde hay siete mártires católicos

Visita papal a Tailandia, donde hay siete mártires católicos

Los “Siete Mártires” fueron beatificados por Juan Pablo II en 1989 y podrían ser elevados a la santidad.

rehenes y, complicaciones, La máxima autoridad de la Iglesia Católica, Papa Francisco, abogó por la paz para resolver el conflicto entre Ucrania y Rusia. Fotografía cortesía.
  • notibomba | 18-11-2019.4:11 pm.

SONGKHON, Tailandia (AP) — Cuando el papa Francisco llegue a Tailandia esta semana, visitará un país que le abrió los brazos a los misioneros católicos romanos hace más de cinco siglos, cuya población budista es muy tolerante de otras creencias religiosas. Pero donde en 1940, en medio de una ola mundial militarista y xenófoba, siete católicos fueron ejecutados por negarse a renunciar a su fe.

Los “Siete Mártires” fueron beatificados por Juan Pablo II en 1989 y podrían ser elevados a la santidad.

Fueron los primeros tailandeses que reciben ese reconocimiento del Vaticano. La fecha de su beatificación, el 22 de octubre, es recordada todos los años en esta aldea donde murieron, en la que hay un altar y un centro educativo para los católicos.

“No hay que repetir las cosas malas. Hay que aprender las lecciones de la historia y seguir adelante, creando una nueva historia religiosa que una a todos los tailandeses como hermanos y hermanas”, expresó el reverendo Prayoon Phongphit, canciller de la arquidiócesis regional, en la ceremonia de este año.

La historia de los siete mártires, poco conocida, es un asunto más político que religioso.

Fueron víctimas de una ola nacionalista, de una política oportunista implementada por un dictador tailandés para vengar el desprecio de las potencias occidentales al tiempo que se modernizaba al país siguiendo el modelo occidental. El modelo occidental usado se asemejaba mucho al de la Italia fascista de Benito Mussolini.

Tailandia evitó ser colonizada por Gran Bretaña y Francia, activas en la región, mediante concesiones territoriales y económicas. Francia se quedó con un territorio que Tailandia considera suyo, anexándolo a sus colonias incochinas de Laos y Camboya.

Plaek Phibunsongkhram fue uno de los oficiales del ejército que en 1932 derrocaron a un monarca absoluto con el fin de modernizar el país. En 1938 fue nombrado primer ministro y prometió suavizar el nacionalismo extremo que se veía en la Alemania nazi y en Italia, que trataba de eliminar culturas minoritarias con idiomas y religiones propias, uniéndolas todas detrás del rey, como una nación con una religión, el budismo.

El surgimiento de Phivunsongkhram coincidió con los esfuerzos de Japón por crear un imperio en Asia oriental. Los japoneses promovieron el chauvinismo asiático, exhortando a que los pueblos colonizados por Gran Bretaña, Francia y Holanda expulsen a sus opresores occidentales.

Eventos en otras partes del mundo hacían pensar que los caudillos nacionalistas eran las fuerzas dominantes del futuro. El ejército alemán, aliado de Japón, se apoderaba de la mayor parte de Europa.

Un envalentonado Phibunsongkhram atacó las desmoralizadas fuerzas franceses en Laos y Camboya, en un esfuerzo por recuperar territorios que Tailandia consideraba suyos.

Se condenó todo lo relacionados con Francia y los misioneros franceses en Tailandia, junto con sus iglesias y sus fieles, fueron considerados enemigos.

“Los católicos fueron el símbolo perfecto del imperialismo y la antítesis de una identidad nacional por su asociación con Francia, su historia de intervenciones políticas y el hecho de que muchos conversos pertenecían a minorías étnicas”, escribió Shane Strate, profesor de historia de la Universidad Estatal de Kent en Estados Unidos, en un ensayo.

Songkhon, aldea de la provincial de Mukdahan, 550 kilómeetros (340 millas) al noreste de Bangkok, era uno de varios asentamientos católicos en la zona. Tenía entre 500 y 600 habitantes, una iglesia, una escuela religiosa, un cura francés y dos monjas de un convento de Laos, que se encuentra del otro lado del río Mekong.

Seis policías fueron despachados al pueblo después de que Tailandia atacase a Indochina en noviembre de 1940. El oficial a cargo de ese pelotón, Boonlue Muangkote, impuso un nuevo orden nacionalista y se presionó a los aldeanos a que renunciasen al catolicismo y se convirtiesen al budismo. El padre francés Paul Fige fue deportado a Laos.

Boonlue pensó que, al no estar el sacerdote, los lugareños renunciarían a su fe. Pero el catequista del pueblo Philip Siphong Onphitak asumió el liderazgo de la parroquia hasta que fue asesinado el 22 de diciembre, supuestamente por Boonlue.

Dos hermanas de la Congregación de la Santa Cruz, Agnes Phila y Lucia Khambang, quedaron en control de la feligresía y desafiaron las exigencias de Boonlue de que se convirtiesen. Ellas desistieron de hacerlo en un encuentro el 22 de octubre, en el que dijeron que estaban dispuestas a morir por su fe.

La noche de la Navidad, la monja Agnes le escribió una carta a Boonlue informándole de su decisión y exhortándolo a que cumpliese su amenaza de matarlas y “nos abra las puertas del cielo”.

La carta fue entregada al día siguiente y Boonlue llevó a las dos monjas y a algunas fieles a un cementerio, donde las ejecutó. Entre las víctimas figuraron Agatha Phutta, de 59 años, y tres muchachas adolescentes: Cecilia Butsi, Bibiana Khampai y María Phon.

Boonlue fue transferido en junio de 1941, pero la persecución de católicos continuó hasta 1944, en que Japón empezó a perder fuerza y el primer ministro Phibunsongkhram fue obligado a renunciar.

En la conmemoración de este año, el reverendo Prayoon leyó fragmentos de la carta de Agnes frente a cientos de fieles.

“Le pedimos que cumpla su orden. No la demore más. Cumpla su orden, por favor. Estamos listas para devolver nuestras vidas a Dios, que fue quien nos las dio. No seremos víctimas de diablos y de fantasmas”, decía la carta.

La multitud se trasladó entonces al cementerio, en cuyos jardines hay estatuas de los mártires a la sombra de los árboles.

“Nos sentimos bendecidas. Estamos celebrando el 30mo aniversario de la beatificación aquí y Tailandia va a recibir al papa. Me siento muy orgullosa“, manifestó Elizabeth Boonsong Sitthi, de 62 años, de la provincia vecina de Sakon Nakhon, que asiste a la ceremonia casi todos los años y planea ir a Bangkok para participar de los eventos relacionados con la visita papal.