Este jueves Venecia se convirtió en la primera ciudad en el mundo en implementar una tarifa de entrada para los visitantes.
La jornada comenzó con protestas enérgicas, donde ciudadanos agitaban pancartas y exhibían sus pasaportes en señal de descontento, sintiéndose como si Venecia hubiera sido convertida en un parque temático o un museo.
El denominado "contributo di accesso" (contribución de acceso, en lugar de un simple boleto) entró en vigor a las 8 de la mañana de este jueves, como parte de un proyecto piloto que durará hasta mediados de julio.
Según esta nueva regulación, cualquier turista que visite Venecia por un día debe pagar una tarifa de 5 euros (alrededor de US$ 5,40) si llega entre las 8 de la mañana y las 4 de la tarde.
Aquellos que pernocten en la ciudad no pagarán esta tarifa adicional, ya que el impuesto nocturno ya está incluido en sus facturas de alojamiento, pero igualmente deben registrar su presencia para solicitar una exención.
De esta manera, cualquier persona que entre a la ciudad durante las horas de cobro debe llevar consigo un boleto o una exención, con excepción de los residentes de Venecia y las personas nacidas allí.
Las protestas congregaron a cientos de ciudadanos en Piazzale Roma, el principal punto de acceso por carretera a la ciudad. Aunque las cifras exactas de los manifestantes varían, algunos informes sugieren que hasta 1.000 personas participaron, mientras que las autoridades afirmaron que solo hubo 300.
Una protesta más pequeña tuvo lugar cerca de la estación de tren principal, donde los venecianos confrontaron al alcalde durante entrevistas televisivas. Según reportes, esta protesta finalizó con un abrazo entre los manifestantes y el alcalde.
Ruggero Tallon, uno de los organizadores principales de la protesta y portavoz del grupo No Grandi Navi, expresó su rechazo al proyecto, criticándolo como una medida que transformará Venecia en un parque de diversiones.
Tallon destacó que la introducción de esta tarifa no aborda el problema fundamental del turismo masivo, calificándola como un "impuesto medieval" que restringe la libertad de circulación.
Elena Gastaldello, presidenta de Arci Veneto, también participó en las protestas y afirmó que la tarifa no resolverá los problemas estructurales de la ciudad, como la escasez de viviendas asequibles y el desarrollo urbano inadecuado.
El primer día de implementación, 113.000 visitantes se registraron, de los cuales aproximadamente el 10% pagó la tarifa. De estos, casi 40.000 eran huéspedes de hoteles y alrededor de 4.000 eran amigos o familiares de residentes locales.
El sistema de registro también puso de relieve las dificultades de vivienda que enfrentan los residentes, con más de 5.300 personas registradas como propietarios de segundas viviendas.
La medida ha generado un debate intenso entre los locales, algunos de los cuales temen que Venecia se convierta en un destino turístico comercializado y no desean la idea de tener que registrar a los visitantes.
Mientras tanto, entre los turistas que llegaron el primer día, hubo opiniones mixtas. Algunos, como Dominic Gagliano de Arizona, vieron la tarifa como una medida necesaria para gestionar el exceso de turismo, mientras que otros, como Paolo Brandolisio, fabricante de remos tradicionales de góndola, expresaron escepticismo sobre la efectividad de la medida.