Una crítica racional al libro de “Mel”

Una crítica racional al libro de “Mel”

  • Ricardo Salgado | 26-08-2019.3:29 pm.

El 28 de junio de 2019 se lanzó al público el libro “El Golpe 28J”, escrito por el expresidente José Manuel Zelaya Rosales. Siendo la obra escrita por el protagonista de más larga vigencia en la vida pública y política nacional, no han faltado las críticas de muchos que, incluso sin leerlo, prefieren, permanecer “convencidos” por cualquiera de las historias que hasta ahora se han contado.

Sobre el Golpe han escrito los golpistas, lo que eleva el valor contenido en esta primera propuesta desde la visión de las víctimas, de quienes tomaron decisiones, singulares en la historia de Honduras. Juan Ramón Martínez, ha escrito dos libros, el propio, y el del General Romeo Vásquez Velásquez (al menos, esa es la impresión que deja su lectura, en la que Martínez es mencionado más veces que ninguna otra persona).

El libro de “Mel” es el primero, además, que no contiene una justificación explicita por acciones cometidas, como en el caso de Romeo Vásquez que dedica mucho esfuerzo a justificar, no solo el golpe, sino otros bochornos de su vida, como aquel que lo involucra en el robo de vehículos en los años noventa. El de Zelaya es la introducción a un relato más completo de lo que sin duda es el momento más importante en la vida nacional del último siglo.

Escrito con la estrecha colaboración de la abogada Rixi Moncada, el documento es un testimonio en lenguaje jurídico, de profundo contenido político. Seguramente faltan detalles y se omiten personajes. La obra va dirigida a tener un formato amigable, fácil de leer y entender lo que se comunica. Es notable, el esfuerzo monumental hecho por la abogada Moncada por reunir pruebas, documentos, y testimonios, que sirven como respaldo a este libro, y que aún no ven la luz, pero pronto estará disponible.

El libro de “Mel” es una propuesta contra el olvido, y además la primera sistematización de hechos que no tienen precedentes en la historia hondureña. Hasta la fecha, el Golpe ha sido abordado con mucho chauvinismo. Incluso los sectores que lucharon en resistencia han tratado de relativizar el papel de Zelaya como actor fundamental en el punto de inflexión que se dio el 28 de junio de 2009. Por otra parte, la academia, pasa más ocupada en lo inmediato, en lo cotidiano, sin mencionar su equivocado desprecio intelectual por los políticos vernáculos.

Cualquier esfuerzo serio de analizar la realidad hondureña de los últimos quince años, incluso la coyuntura actual, seria vano, si trata de ocultar el carácter fundamentalmente soberano de la presidencia de Manuel Zelaya, una excepción gigantesca frente a los jefes de Estado previos y posteriores al Poder Ciudadano. Las palabras de Zelaya tienen más fuerza que el cumulo de datos y estadísticas que se utilizan con fines propagandísticos. La tendencia a minimizar los resultados del Poder Ciudadano ya sea con la distorsión de los datos, o la mentira abierta, hace que esta pequeña obra adquiera un valor trascendental.

La crítica no debe esperar un tratado, ni siquiera un alegato político profundo, esto está por venir todavía. Otros “críticos” que adversan la lectura en general, a menudo comentan que ellos ya saben que motivo el Golpe, o que el tema ya es “trillado”. Baste decir que la dictadura que hoy rige Honduras es exactamente el opuesto de lo que fue la administración Zelaya, lo que pone de manifiesto dos visiones contrarias de la realidad que prevalecen hoy en día, que polarizan a la sociedad hondureña, y que marcaran inevitablemente el futuro del país.

En lo personal, creo que la derecha hondureña ha tenido éxito satanizando el gobierno del Poder Ciudadano. Igual que sucediera por décadas con la lucha morazanista, vilipendiada por la iglesia católica y los conservadores de su tiempo, el estigma creado a partir de “la carretilla”, lanzó una enorme cortina de humo sobre un concepto vital de transformación, una idea revolucionaria: la Asamblea Nacional Constituyente.

A partir del golpe, miles de carretillas salieron del banco central, con una diferencia fundamental con la que nos atormenta desde hace mucho tiempo: aquella carretilla, salió para pagar los costos de una consulta popular (después de que los militares recibieran el dinero para hacerlo, y se negaran a cumplir sus órdenes); las de los golpistas, han servido para saquear el país, para robarse miles de millones que ya no volveremos a ver jamás. No se trata de una apología de lo que se haya hecho mal, sino al conjunto de una sociedad en la que los pobres pasaron por un breve periodo al primer plano, y la verdad sobre una elite criminal que se ha empeñado en borrar con sangre la idea de que vivir mejor es posible.

Hay muchas razones para debatir el Libro de “Mel”, lo único que es erróneo, es ignorarlo. La historia es finalmente aquello que somos capaces de preservar, y el relato de Zelaya es, sin duda alguna, algo que se mantendrá en el tiempo como el primer libro que explica las razones primeras de nuestra liberación.