Una variante altamente mortal de gripe aviar, que se ha esparcido globalmente, fue descubierta en un oso polar fallecido en Alaska. Este es el primer registro de este virus en estos animales árticos, que están catalogados como en peligro de extinción por la Ley de Especies Amenazadas. El oso polar infectado representa una evidencia adicional sobre la extensión del virus, un tipo de H5N1 altamente patógeno, y sobre su comportamiento poco común. Desde su surgimiento en 2020, este virus se ha propagado por todos los continentes, excepto Australia, afectando a un amplio rango de aves y mamíferos salvajes, incluyendo zorros, mofetas, pumas y leones marinos.
"El número de mamíferos contagiados sigue en aumento", informó Bob Gerlach, veterinario del estado de Alaska. A pesar de que en la mayoría de los casos no ha causado mortandad en poblaciones de mamíferos salvajes (a excepción de los leones marinos sudamericanos), representa una nueva amenaza para el vulnerable oso polar, ya amenazado por el cambio climático y la reducción del hielo marino.
"Lo preocupante es que desconocemos las implicaciones generales del virus en la especie de los osos polares", comentó Gerlach. El oso polar fue encontrado muerto el otoño pasado en el extremo norte de Alaska, cerca de Utqiagvik. Las primeras muestras tomadas al animal dieron negativo para el virus, pero análisis más detallados durante una necropsia y muestras de tejido revelaron signos evidentes de inflamación y enfermedad, según Gerlach.
El mes pasado, muestras de tejido del oso dieron positivo para el virus, según el Departamento de Conservación Medioambiental de Alaska. Se identificó la presencia del virus en varios órganos del animal. "Creo que sería correcto afirmar que murió a causa del virus", aseguró Gerlach.
Anteriormente, se habían reportado infecciones en un oso pardo, un oso negro y varios zorros rojos en Alaska. No está claro cómo el oso polar contrajo el virus, aunque se sospecha que pudo haber sido a través de aves enfermas en la zona. Es plausible que el oso polar se infectara al consumir aves muertas o enfermas, especuló Gerlach.
Los científicos aún no saben si este es un caso aislado o si existen más osos polares infectados que no han sido detectados. La vigilancia del virus en poblaciones de animales salvajes, especialmente en áreas remotas como el norte de Alaska, es desafiante. "¿Cómo podríamos saber cuántos están infectados?", cuestionó Gerlach. "Realmente no lo sabemos".
Los expertos locales, autoridades y científicos continuarán monitoreando posibles síntomas del virus en animales salvajes, incluyendo osos polares muertos o que parezcan enfermos, según Gerlach.