Cúcuta, Colombia. Todo comenzó aquel 23 de febrero cuando camiones repletos de supuesta ayuda humanitaria intentaba ingresar a Venezuela por medio de la frontera de Cùcuta. El autoproclamado presidente interino de Venezuela hacía un llamado a los militares chavistas a que desertaran, ofrecía amparos financieros y beneficios a todos los que le dieran la espalda al presidente de Venezuela Nicolás Maduro.
Ese día unos 40 militares habían abandonado las filas del ejercito bolivariano, a los 3 días más de 270 estaban a ordenes de Guaidó, sin embargo, lo que se apreciaba como un desmoronamiento del Gobierno legitimo de Nicolás Maduro se termino convirtiendo en un serio problema político y de salud pública.
Según información obtenida por el periodista Orlando Avendaño del PanamPost, los militares que formaban las filas del autojuramentado, “se cuentan con los dedos los militares decentes que están ahí”.
Guaidó, ofreció: manutención, hoteles para ellos y sus familiares, medicinas, comida, hospitales, comodidades, lo que necesitaran. El autoproclamdo juró que con estas ofertas quebraría la lealtad de los soldados de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Finalmente, los soldados desertores se hospedaron en siete hoteles, para el mes de abril Guaidó reportó un total de 1,285 elementos.
Sin embargo, el pequeño ejercito dejaba una mala impresión en la localidad de Cúcuta. Alcohol, drogas, prostitutas y violencia. Sus exigencias eran constantes, los hoteles poco podían hacer para satisfacerlas, pero las cuentas ascendían.
Según lo acordado, al “gobierno” de Guaidó le correspondía el pago de solo dos hoteles: el Ácora y el Vasconia, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), debía cargar con las cuentas de los hoteles Hampton Inn y el Villa Antigua. Y al Gobierno de Colombia le correspondían otros.
A principios de mayo, el hotel Ácora decidió desalojar a 65 militares y sus familias, debido a que el Gobierno de Guaidó no les respondía y era inconsistente con ellos, el hotel no había recibido el pago para el 6 de mayo, y guardaba una deuda de 60 millones de pesos (20,000 dólares).
Los desertores se fueron hacia la embajada de Guaidó en Colombia. Según el medio colombiano Las 2 Orillas, el embajador Humberto Calderón Berti, había enviado un cheque de 27 millones de pesos que, por un mal cálculo rebotó. El dinero con que pagaba provenía de su propio bolsillo, al “gobierno de Guaidó” le correspondía el pago de el hospedaje.
¿Qué pasó con el dinero para pagar el hospedaje de los desertores y sus familiares?
El 24 de febrero, el día que Guaidó esperaba que miles de militares de las FANB le dieran la espalda Nicolás Maduro. Él (Guaidó) firmó una carta en la que autorizaba a Rossana Barrera y a Kevin Rojas, ambos militantes de Voluntad Popular, la atención de “la situación de los ciudadanos venezolanos, civiles y militares, que ingresan a territorio colombiano, buscando ayuda y refugio”.
Según el medio, “El Tiempo” de Colombia afirma que tanto Rojas como Barrera fueron designados para supervisar la estadía de los militares en Cúcuta. “Infobae”, también reportó que ambos serían los “responsables de los aspectos de comando, logística y seguridad de los militares que están en Cúcuta”.
Cabe recalcar, que Rossana Barrera es cuñada de Sergio Vergara, diputado del partido Voluntad Popular y mano derecha de Juan Guaidó tras el arresto de Roberto Marrero.
Rojas y Barrera se encargaron del manejo de fondos para el pago de la estadía de los desertores y sus familiares. Inteligencia colombiana manifestó que, todo se torno bizarro cuando ambos comenzaron a vivir una vida que no correspondía con quienes eran.
Facturas que demuestran excesos y talonarios firmados el mismo día y con estilos de escritura idénticos, casi todos sin sellos. Gastos que superaban los 3,000,000 de pesos en discotecas, hoteles colombianos, por noche mil dólares en bebida y comidas, gastos de ropa en lujosas tiendas de Bogotá y Cúcuta, alquiler de vehículos y pagos de lujosos hoteles.
Barrera reportaba al gobierno del autoproclamado, el pago de 7 hoteles en los que se hospedaban los desertores junto a sus familias, el gobierno desembolsaba los fondos, sin embargo, al gobierno de Guaidó solo le correspondía el pago de 2 hoteles y no de 7 como reportaba Rossana Barrera.
Otro de los incidentes que activaron las alarmas, fue que según la información proveída por Guaidó al Gobierno de Iván Duque, el número de militares era de 1450, sin embargo una evaluación de inteligencia colombiana concluyó que en que realmente solo eran 700 elementos.
Según el PanamPost, a mediados de mayo, Barrera y Rojas propusieron organizar una cena benéfica para recoger fondos para mantener a los militares y a sus familias. Intentaron hacerlo con el aval de la Embajada de Guaidó en Colombia, ante la negativa del embajador Calderón Berti, lo decidieron hacer por su parte. Barrera envió invitaciones a varias representaciones diplomáticas en nombre de la representación encabezada por Calderón, utilizando un correo falso.
El evento estaba programado para ser en un lujoso restaurante en Bogotá. Finalmente se canceló debido a que los miembros de la embajada de Guaidó pusieron al tanto a las demás representaciones diplomáticas.
Rojas y Barrera fueron apartados del cargo, sin embargo, el gobierno del autoproclamado los intentaba encubrir y defender.
Aparte de la atención a los militares y sus familiares, Rojas y Barrera, también se encargaban del manejo de las toneladas de ayuda humanitario que se encontraban estacionadas en Cúcuta la cual fue donada por varios países. Miguel Sabal era uno de los designados por Guaidó para manejar toda la ayuda humanitaria entregada por USAID.
Según información obtenida por el periodista Orlando Avendaño, al menos el 60 por ciento de los alimentos donados por los aliados de Guaidó se daño, la comida esta descompuesta.
“Todo lo que envió el presidente Piñera ya no sirve, Esta ahí. No saben que hacer con ello para que no se arme un escándalo. Lo quemarán, imagino”, dijo una fuente de Avendaño, que se negó a dar su nombre por seguridad.
Con información obtenida por Orlando Avendaño para PanamPost.
Cabe mencionar que, el periódico PanamPost es un medio afín a la derecha latinoamericana.