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La tensión comercial entre Estados Unidos y China ha escalado nuevamente tras el anuncio de Washington de que impondrá aranceles de hasta un 245 % a ciertas importaciones chinas. La medida, impulsada por la administración Trump, ha sido interpretada en Pekín como una provocación directa, a la que el gobierno chino respondió con una clara advertencia: no habrá diálogo si este se plantea bajo presión.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China emitió un comunicado contundente en el que rechaza las acciones estadounidenses, calificándolas de “coercitivas e intimidatorias”. Pekín también acusó a Washington de utilizar los aranceles como arma política y económica, y aseguró que “ignorará los juegos de cifras” impulsados desde la Casa Blanca.
“Si Estados Unidos continúa vulnerando los derechos e intereses legítimos de China, responderemos con firmeza y no dudaremos en defendernos hasta las últimas consecuencias”, advirtió el portavoz del Ministerio.
Este nuevo capítulo en la prolongada guerra comercial llega acompañado de un cambio significativo dentro del equipo negociador chino. Li Chenggang ha sido designado como el nuevo interlocutor frente a Estados Unidos, en reemplazo de Wang Shouwen. Esta modificación ha sido vista como una señal de que el gobierno chino adoptará una postura más dura en futuras negociaciones.
Washington, por su parte, justifica sus medidas alegando prácticas comerciales desleales por parte de China, además de preocupaciones sanitarias, particularmente en torno a la producción y exportación de fentanilo, un potente opioide que ha agravado la crisis de salud pública en territorio estadounidense.
Aunque China insiste en que no desea una confrontación prolongada, ha dejado claro que no aceptará condiciones impuestas unilateralmente. “Si Estados Unidos quiere resolver este conflicto a través del diálogo, debe abandonar su política de máxima presión”, afirmó un portavoz oficial. También enfatizó que cualquier conversación deberá basarse en el respeto mutuo y la igualdad.
Mientras tanto, la administración Trump mantiene una estrategia diferenciada, reduciendo aranceles para algunos países aliados, pero intensificando su presión sobre productos chinos clave, incluidos los semiconductores, que podrían enfrentar nuevas tarifas próximamente.
La postura adoptada por Pekín refleja un endurecimiento de su narrativa nacionalista. En lugar de buscar espacios multilaterales para la negociación, el gobierno de Xi Jinping ha optado por un discurso de resistencia y defensa de la soberanía económica, alejando cada vez más las posibilidades de un acercamiento entre ambas potencias.
Pekin acusa a EEUU de crear crisis para contener a China
