Haití registró una huelga por los secuestros, la violencia y la anarquía que consumen al golpeado el país caribeño y se prolongó hasta este martes en medio de informes de que una poderosa pandilla exigía un rescate de $17 millones por 16 estadounidenses y un canadiense secuestrados hace tres días.
Las calles de la capital de Haití, Puerto Príncipe, estaban extrañamente tranquilas y casi vacías el lunes cuando la protesta cerró negocios, escuelas y transporte público.
El taxista Jean-Louis Abaki dijo que el primer ministro Ariel Henry y el jefe de la Policía Nacional Léon Charles “tienen que darle a la población una oportunidad de seguridad” si quieren mantener sus trabajos.
“Hacemos un llamado a las autoridades para que tomen medidas”, dijo.
La audaz actividad delictiva estaba desenfrenada incluso antes del asesinato en julio del presidente Jovenel Moïse en su casa.
Esa crisis, junto con un terremoto en agosto que mató a más de 2.200 y destruyó más de 130.000 hogares, ha provocado un colapso casi total del orden civil.
El resultado ha sido un gobierno de pandillas y secuestros que se han convertido en parte de la vida cotidiana en Haití.
Se informaron más de 300 secuestros a la policía haitiana en los primeros ocho meses de 2021.
La abrumadora cantidad de casos involucraron a haitianos, y las llamativas demandas financieras a menudo se negocian hasta miles de dólares, lo que sigue siendo mucho dinero en una nación que según la mayoría de las métricas se ubica entre los más pobres del hemisferio occidental.
Secuestradores de 17 misioneros en Haití piden rescate de 1 millón de dólares por persona
La agitación de Haití alcanzó el centro de atención mundial el sábado cuando 17 personas, siete mujeres, cinco hombres, cinco niños, todos estadounidenses excepto un canadiense, fueron capturados en la comunidad de Ganthier al este de la capital. El grupo, con Christian Aid Ministries con sede en Ohio, acababa de visitar un orfanato.
Brian Scheel supervisa las operaciones en Haití para Americares, una organización de ayuda internacional con aproximadamente 40 personas que brindan suministros médicos y experiencia allí desde que un terremoto de magnitud 7.2 devastó partes de la península sur hace dos meses. Scheel dice que los problemas de seguridad en esa región son mucho menos graves que en la capital y sus alrededores.