Mendoza, asegura que el camino no fue fácil y que tuvo que batallar con la falta de recursos, obstáculos legales y otros.
Más de 20 años han pasado desde que el hondureño Óscar Mendoza llegó a Estados Unidos. Él lo recuerda como si fuera ayer y relata su historia, un ejemplo de emprendimiento que lo llevó a convertir un dólar en un imperio familiar.
“Llegué con un dólar en la bolsa, en una tierra que no conocía, a mis 20 años y pidiendo la ayuda de mi padre, quien siempre estuvo ausente. Tuve que matar el orgullo para sacar adelante a mi familia”, narró con cierto tono de nostalgia y satisfacción a NOTIBOMBA.
Mendoza, asegura que el camino no fue fácil y que tuvo que batallar con la falta de recursos, obstáculos legales y hasta las burlas de algunos familiares que no creyeron que podía formar una empresa de construcción.
El proyecto comenzó a fraguarse en su mente cuando trabajó por un año con su padre, quien le pagó menos del mínimo de un obrero, dificultándole la vida que tanto añoraba.
“Mis padres se separaron y cada uno agarró por su mundo. Yo fui criado por mi abuela quien para poder subsistir cocinaba tamales que yo vendía después de regresar de la escuela”.
Se casó cuando tenía 17 años, inspirándolo y obligándolo a abandonar su tierra y a buscar una vida mejor, que con esfuerzo hoy puede decir orgulloso que logró.
“Estar aquí en Estados Unidos no es lo que se piensa, tuve hasta dos trabajos para poder mantener a mi familia”, narró mientras hacía memoria de las fechas y otros detalles.
Huyó de su país en el 2001, a pesar de tener un trabajo que le sustentaba sus necesidades “no era suficiente para lo que yo deseaba”.
“Decidí dejar a mi papá y seguir mi camino, pensaba que podía conseguir oportunidades mejores… Comencé a comprar herramientas y anduve de casa en casa ofreciendo lo que yo podía hacer”, relató al hablar de sus inicios.
Su primer trabajo fue construir un sanitario, del cual desconocía cómo hacerlo, pero la necesidad lo obligó hacerlo y hacerlo muy bien; ganándose mil dólares; sus primeros frutos de un proyecto que ahora se denomina AD General Contractor Corp.
Actualmente, su empresa se dedica a comprar casas, remodelarlas y dejarlas como nuevas, obteniendo fondos suficientes para proveer a sus hijos una vida de un ciudadano estadounidense promedio.
“Es la segunda empresa, la primera la vendí y me va mejor; ganó aproximadamente doscientos mil dólares anuales”, agregó.
Óscar Mendoza, aconseja a los hondureños que viven en Estados Unidos que la única forma de alcanzar sus metas es respetando las leyes, luchando sin descansar y ayudando a otros a superarse.
