La epidemia vislumbró un problema, que somos muchos humanos, y existe mucha demanda laboral y poca oferta. También mostró los altos niveles de trabajo autónomo e informal que existe en muchos países. Y que ese sector, necesita un ingreso mínimo para alimentarse y cubrir sus necesidades básicas, que hasta esta etapa de la historia y en muchas naciones, son por ahora papel pintado, en códigos civiles, constituciones y tratados internacionales.
En ese sentido, España aprobó el ingreso mínimo vital. Es una propuesta del oficialismo, que busca ser una medida de prueba y de emergencia por 12 meses. Está destinada a las personas sin ingresos fijos, es decir, desocupados o trabajadores informales, etc. Es heterodoxa desde lo monetario, ya que existe un estímulo, para favorecer el consumo. Lo que genera una sinergia entre comercios de cercanía y consumidores. Es una medida prudente y racional, en el contexto de una pandemia, donde existen enormes tasas de desocupación y en una incipiente robotización del empleo.
No es ningún secreto, de que durante la revolución industrial, se inició un proceso de mecanización de cadenas de producción, sin prescindir en su totalidad del factor humano. Generando mayor productividad y rentabilidad, y por ende, mayor recaudación para los Estados. Hoy en día se ve una incipiente profundización de ello, pero con el factor tecnológico. Cuando una persona desocupada o informal, tenga un ingreso mínimo vital, no pasará necesidades en este contexto y tendrá más tiempo para formarse en los empleos del futuro. No es justo que las personas tengan que trabajar para comer, y así tener sus derechos básicos, simplemente por eso, porque son derechos. El trabajo debe ser para generar movilidad social ascendente, no para tener derechos básicos, como la alimentación.
En Alemania la pandemia ha golpeado mucho en cantidad de infectados, pero es uno de los países más solidos de la zona euro. Con bajas tasas de desocupación, y altos niveles en materia de distribución de la riqueza. Analiza nacionalizar parte de su economía. No por un ánimo estatista, sino que ante el crack generalizado, no se eliminen y desaparezcan, cadenas enteras de producción. Lo mismo pasó posteriormente al crack de 1929, cuando se inició un proceso de sustitución de importaciones en todo el planeta.
En los Estados Unidos hubo más de 40 millones de desocupados nuevos, en tan sólo dos meses. Y el Presidente estadounidense Donald Trump excluyó de su ayuda federal a inmigrantes indocumentados. Es por eso que el empresario filántropo, George Soros, a través de su fundación “ Open Society Foundations ” destinó una donación de 130 millones de dólares, para inmigrantes excluidos de la ayuda federal. El gobierno de Trump podría haber regularizado a los indocumentados, para que puedan recibir la ayuda. Son personas que emigraron en busca de una vida más digna, la misma que les fue negada en sus países de origen. No existen humanos de segunda y de primera, existen humanos.
En el Estado de Minnesota el asesinato de George Floyd, a cargo de fuerzas policiales, provocó conmoción y revueltas populares. Saqueos e incendios. Se desconoce con exactitud si los que generaron los repudiables hechos violentos, fueron manifestantes o infiltrados. Lo que si está claro, es que de existir infiltrados, buscaban deslegitimar un reclamo justo con violencia. Un reclamo contra el racismo, que viene desde Martín Luther King, Malcom X y otros tantos luchadores sociales. Lo que si sabe, es que desde la administración Trump existe un discurso contra los inmigrantes. Cuando desde el poder político nace un discurso violento, contra los inmigrantes y contra las minorías, suceden hechos lamentables, y la historia tiene tristes recuerdos al respecto.
Hace pocos días atrás, un hombre blanco de Utah, intentó atacar con un arco y flecha a unos manifestantes. Y otro hombre blanco en Dallas, intentó atacar con una espada a otros manifestantes. Por otro lado el presidente norteamericano decretó el toque de queda y la imagen de él con la biblia en la mano, quedará para la historia, como cuadro de León Ferrari, reafirmando su condición clerical y populista de derecha, como Marine Le Pen, Salvini o Mussolini. Siendo proteccionista en materia económica, xenófobo, racista y utilizando a las minorías como chivos expiatorios. En otro orden el presidente norteamericano, embistió contra Twitter, diciendo que las redes no son neutrales. Está claro que las redes no son neutrales, porque los ciudadanos no lo somos. Vivimos en determinadas sociedades, tenemos ideologías, y valores. Porque somos sujetos libres, que apoyamos o no, las medidas de los gobernantes. Porque pensamos de manera autónoma, no somos sujetos sujetados. Somos sujetos libres.
En Nueva Zelanda el Green New Deal está en su esplendor. Su Primera Ministra Jacinda Ardern, es un ejemplo de sociedades abiertas, inclusivas, justas y equitativas. En estilos, es la contracara de Donald Trump. Llevó adelante un presupuesto que apuesta a la protección de los empleos, generación de nuevos empleos, y en la formación de personal para nuevos empleos. Muchos de ellos, vinculados a la construcción de viviendas y el cuidado del medio ambiente. Eliminó de circulación el virus, sin casos nuevos, luego comenzó a reactivar su economía gradualmente y con controles sanitarios, e inclusive el turismo interno. El pequeño país es un ejemplo al mundo y merece el Premio Nobel a la Paz. Cuando el año pasado su país sufrió un atentado islamofóbico, la líder laborista recurrió a la comprensión y el abordaje responsable, cuidando a las familias afectadas.
Escrito por,
Emmanuel Ruarte “Manuel Fenicio”.
Analista político, económico e historiográfico.
Buenos Aires, Argentina.