La reciente detección del asteroide YR4 ha encendido las alarmas a nivel mundial, llevando a la ONU a activar por primera vez su Protocolo de Seguridad Planetaria. Este cuerpo celeste de aproximadamente 90 metros de diámetro podría impactar contra la Tierra el 22 de diciembre de 2032, según estimaciones de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).
La posible colisión, con una potencia similar a la de una bomba atómica, representa un riesgo significativo si el asteroide llegara a caer en una zona habitada. Sin embargo, los cálculos actuales indican que es más probable que impacte en el océano, afectando áreas del este del Pacífico, el norte de América del Sur, el Atlántico, África y el sur de Asia.
Equipos especializados de la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG) ya están trabajando en posibles soluciones. Una opción en consideración es el uso de naves espaciales robóticas para desviar la trayectoria del asteroide, una técnica que fue probada con éxito en 2022 durante la misión DART de la NASA.
Aunque las probabilidades de impacto directo son del 1.5%, frente a un 98.5% de posibilidades de que pase cerca sin colisionar, el nivel de alerta en la Escala de Riesgo de Impacto ha sido fijado en 3 de 10, donde 8 representa una colisión segura.
Los expertos han explicado que cualquier objeto espacial que supere los 50 metros de diámetro y tenga al menos un 1% de probabilidad de colisión requiere vigilancia estrecha. A pesar de las medidas tomadas, el monitoreo se complica debido a que el asteroide se está alejando de la Tierra en línea recta, lo que dificultará su observación en los próximos meses.
La comunidad científica continúa en alerta, buscando estrategias para mitigar cualquier riesgo y proteger al planeta frente a este desafío astronómico sin precedentes.