El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dio vuelta atrás a sus pretensiones de implementar la polémica reforma judicial para beneficiarse.
La decisión del presidente israelí es el resultado de la presión ciudadana que se volcó masivamente a las calles del país.
El conflicto entre el gobierno y los israelíes se intensificó el fin de semana, cuando el primer ministro anunció cambios judiciales que le dan mayor poder al Congreso.
Esta polémica reforma judicial permitiría que los diputados anularan la elección de nuevos jueces y la anulación de fallos, incluidos los que perjudicaran a Netanyahu.
Medios israelíes mencionaron que el objetivo del líder político era frenar la posibilidad de que el poder Judicial lo inhabilitara del cargo, declarándolo no acto por acusaciones pendientes de soborno, fraude y corrupción.
La decisión de frenar la implementación de la legislación, que fue aprobada en horas de la madrugada por el Congreso, busca apaciguar el enojo de los protestantes.
Uno de los aspectos más importantes que han destacado la oposición es que el primer ministro busca detener el fallo judicial que lo declararía no apto para seguir en el cargo por las acusaciones judiciales en su contra.
Desde el 2020, Netanyahu busca un mecanismo para blindarse de la justicia ante los contantes señalamientos por actos de corrupción.