La muerte del futbolista uruguayo Juan Izquierdo, tres días después de que se desplomó en plena cancha, ha generado conmoción en la opinión pública.
Su historia ahora es replicada a nivel mundial como un ejemplo de perseverancia y de que los sueños sí se cumplen.
Aunque el incidente en la liga deportiva de Brasil se registró el fin de semana, fue hasta el martes los medios locales hicieron eco tras la muerte producto de un paro cardíaco.
Juan Izquierdo, de 27 años de edad, se desplomó en pleno partido de fútbol, obligando a los paramédicos a desplazarlo a un centro asistencial.
El Hospital Albert Einstein de Sao Paulo detalló que el defensa del equipo Nacional murió a las 9:00 de la noche del martes de un paro cardiorrespiratorio asociado a su arritmia cardíaca.
A pesar de los esfuerzos de los médicos, fue imposible revivirlo, dejando este mundo y cientos de sueños que comenzó a forjar cuando era un albañil.
Juan Izquierdo, tenía dos hijos, el más pequeño, de apenas unos días de nacido; dejando huérfano a sus dos pequeños y viuda a su esposa; quien lo apoyaba en cada uno de sus proyectos.
El jugador nació el 4 de julio de 1997 en Montevideo, Uruguay, en uno de los barrios más pobres del país: Nuevo París.
Desde pequeño mostró su pasión por el fútbol, pero los escasos recursos de sus padres lo obligaron a pausar sus sueños por algunos años, trabajando de albañil.
Los esfuerzos del jugador y su familia comenzaron a rendir frutos cuando equipos de su país comenzaron a poner sus ojos en el jugador, demostrando su potencial y siendo contratado por un equipo brasileño.
“Mi infancia fue jugando a la pelota todo el día, sin celular; no teníamos la posibilidad de tener esos lujos. Nunca me faltó nada. Mi padre siempre tuvo trabajo y mi madre se encargó de criarnos. Nunca anduve con zapatos rotos, pero tampoco tenía lujos”, dijo Juan Izquierdo en una entrevista con El País hace unos meses.