Un joven australiano tuvo suerte al escapar ileso después de ser mordido por uno de los animales más peligrosos del mundo, un pulpo de anillos azules. Este incidente ocurrió cuando recogió inadvertidamente el letal cefalópodo escondido en una concha en la playa de Shoalwater, cerca de Perth. No fue el único cercano encuentro con el peligro: otro niño estuvo a punto de enfrentar una situación igualmente peligrosa.
Los pulpos de anillos azules, incluyendo cuatro especies diferentes, contienen tetrodotoxina, una neurotoxina potente y sin antídoto conocido que puede causar parálisis e incluso la muerte en minutos, incluso con dosis pequeñas.
Jacob Eggington, de 18 años, mientras nadaba, encontró una concha que albergaba un pulpo de anillos azules sin identificar. Sin saberlo, la guardó en su bolsillo y luego la sacó para mostrársela a su familia. En ese momento, vio al pulpo y lo soltó al suelo, gritando para advertir del peligro apenas segundos antes de que su sobrina lo agarrara.
Aunque notó una pequeña picadura indolora en su pierna, Egginton comenzó a sentirse mal poco después. Fue llevado al hospital, donde recibió atención durante más de seis horas antes de ser dado de alta con expectativas de una recuperación completa. La tetrodotoxina, que se encuentra también en algunas ranas, tritones y peces globo, bloquea los canales de iones de sodio, impidiendo la comunicación nerviosa con los músculos, lo que puede llevar a una parálisis respiratoria y la muerte.
El veneno puede actuar rápidamente o tardar horas, pudiendo causar la muerte entre 20 minutos y 24 horas después de la exposición, según los CDC. Sin antídoto conocido, los médicos solo pueden brindar apoyo a los pacientes o usar un ventilador en caso de problemas respiratorios.
Los pulpos de anillos azules no producen la tetrodotoxina por sí mismos, esta es generada por bacterias simbióticas que residen en sus glándulas salivales. La toxina se encuentra en todos sus tejidos, convirtiéndolos en animales tanto tóxicos como venenosos. A pesar de su toxicidad, solo se conoce que tres personas han fallecido debido a estos pulpos.
A pesar de la rareza de las muertes, ha habido numerosos incidentes cercanos. Las aguas más cálidas durante el verano australiano pueden aumentar el riesgo de encuentros con estos cefalópodos tóxicos, advierten los expertos.