Según el análisis de fragmentos de metralla encontrados en el lugar del ataque, descrito por Human Rights Watch como una violación del derecho internacional, se determinó que se trató de una bomba MPR israelí de 500 libras y un kit de guía JDAM (Munición de Ataque Directo Conjunto) fabricado por la compañía aeroespacial estadounidense Boeing.
Los JDAM son kits de guía que convierten las bombas en misiles de precisión guiados por GPS, y han sido fundamentales en el esfuerzo bélico de Israel en Gaza y Líbano, siendo uno de los armamentos más solicitados por parte de Estados Unidos.
Human Rights Watch, que verificó las imágenes de la metralla, afirmó que su propia investigación concluyó que el ataque al centro de atención médica fue ilegal y debería tener implicaciones para la asistencia militar de Estados Unidos a Israel.
"Las garantías de Israel de que está utilizando armas estadounidenses de manera legal no son creíbles. A medida que la conducta de Israel en Gaza y Líbano continúa violando el derecho internacional, la administración Biden debería suspender de inmediato las ventas de armas a Israel", declaró Ramzi Kaiss, investigador de Human Rights Watch para Líbano.