El reciente robo de un brazalete faraónico en Egipto ha despertado indignación entre autoridades, expertos y ciudadanos. La pieza, con más de 3.000 años de historia, fue sacada de manera ilegal de una red de antigüedades y luego fundida, dejando al país sin una de sus joyas patrimoniales más emblemáticas. Este suceso aviva el debate sobre el tráfico ilícito de bienes culturales y la fragilidad del patrimonio egipcio.
No es la primera vez que Egipto enfrenta la pérdida de piezas arqueológicas de gran valor. El robo y destrucción de este brazalete subraya la necesidad de reforzar la protección del patrimonio nacional, especialmente en un contexto global donde las antigüedades robadas a menudo desaparecen en mercados clandestinos. Los expertos hacen un llamado urgente a implementar mayores controles y colaborar con organismos internacionales para evitar casos similares en el futuro.
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