James Harrison, el australiano apodado el "Hombre del Brazo de Oro" por sus valiosas donaciones de plasma sanguíneo, murió a los 88 años el 17 de febrero en un hogar de ancianos en Nueva Gales del Sur, según confirmó su familia.
A lo largo de seis décadas, Harrison realizó 1.173 donaciones de plasma, ayudando a salvar aproximadamente 2,4 millones de vidas, en su mayoría bebés. Su sangre contenía un anticuerpo poco común, el anti-D, utilizado en tratamientos para prevenir la enfermedad hemolítica del recién nacido, una condición en la que el sistema inmunológico de la madre ataca los glóbulos rojos del feto.
A pesar de su aversión a las agujas, comenzó a donar a los 18 años y continuó hasta los 81, cuando las regulaciones lo obligaron a retirarse. En 2005, Guinness World Records lo reconoció como el mayor donante de plasma a nivel mundial, título que mantuvo hasta 2022.
El Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana destacó la extraordinaria generosidad de Harrison, quien inspiró a miles de donantes en el país. Actualmente, solo 200 personas en Australia tienen el tipo de sangre necesario para producir el anticuerpo anti-D, ayudando a unas 45.000 madres y bebés cada año.
"James fue una persona excepcional, cuya amabilidad y dedicación tocaron innumerables vidas", declaró Stephen Cornelissen, director de Lifeblood, la agencia responsable de la recolección y distribución de sangre en Australia.
Harrison siempre mantuvo la humildad sobre su labor, asegurando que cualquier persona podía marcar la diferencia a través de la donación de sangre. Su legado perdurará en cada vida que ayudó a salvar y en quienes continúan su ejemplo.