Un reciente estudio publicado en la revista Physical Review Fluids plantea la teoría de que la icónica Gran Esfinge de Guiza, podría no haber sido tallada exclusivamente por manos humanas, sino que su forma inicial pudo haber sido moldeada por la acción del viento, mucho antes de que los antiguos egipcios la esculpieran en su forma icónica.
Los científicos detrás de este estudio recrearon las condiciones meteorológicas de la época en que se construyó la Gran Esfinge y observaron cómo el viento interactuaba con las formaciones rocosas.
Sus experimentos sugieren que la forma básica del monumento pudo haber sido esculpida por la erosión natural, dejando los detalles más refinados para que los humanos los trabajaran posteriormente.
En un comunicado de prensa, Leif Ristroph, autor principal del estudio y profesor asociado de Matemáticas en la Universidad de Nueva York, señaló: "Nuestros hallazgos ofrecen una posible historia del origen de cómo las formaciones similares a la Esfinge pueden surgir de la erosión".
Para llegar a esta conclusión, los científicos recrearon condiciones similares a las del noreste de Egipto, donde se encuentra la Gran Esfinge, utilizando montículos de arcilla blanda con material más resistente incrustado en su interior.
Al exponer estas formaciones a una corriente de agua rápida para simular la acción del viento, obtuvieron una estructura similar a la Gran Esfinge, con su característica "cabeza" de león, "cuello socavado”, "patas" y "espalda" arqueada.
El estudio, aunque no proporciona respuestas definitivas, plantea una posibilidad sobre los orígenes de la Gran Esfinge de Guiza, pudiendo servir como punto de partida para futuras investigaciones y observaciones.