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El "David", la majestuosa obra de mármol esculpida por Miguel Ángel, desafía al paso del tiempo desde su pedestal durante más de cinco siglos. Sin embargo, de manera periódica, se requiere llevar a cabo una minuciosa limpieza que, además de restaurar su esplendor, permite supervisar su condición y garantizar su preservación en el futuro.
Cecilie Hollberg, directora de la Galería de la Academia, explica que esta labor es de gran importancia y se realiza en todas las esculturas del museo para evitar sorpresas desagradables. Consiste en limpiar, quitar el polvo y mantener un seguimiento constante de las obras.
En una sala excepcionalmente tranquila, sin la presencia de turistas y bañada por la luz matutina que atraviesa una cúpula de cristal, el "David" aparece rodeado de un andamio. La restauradora Eleonora Pucci asciende por él equipada con brochas y un aspirador en la espalda. Las próximas horas requerirán una atención meticulosa, ya que deberá eliminar cuidadosamente el polvo de las áreas más recónditas del "David" utilizando cepillos, mientras los aspiradores del recinto se ponen en funcionamiento para purificar el ambiente.
La parte más delicada del proceso se encuentra en la cabeza, donde la restauradora debe examinar minuciosamente los rizos del cabello en busca de acumulaciones de polvo e incluso arañas, además de prestar especial atención a la cara, los ojos, los labios y el pubis. Esta labor es esencial, ya que el polvo, las partículas transportadas por los 1,7 millones de visitantes anuales y la humedad generada por la respiración podrían oscurecer este icónico monumento de mármol.
Además, todo el proceso se documenta exhaustivamente mediante fotografías que se incorporan a un detallado "informe clínico" sobre el estado de conservación de la escultura.
