Un asesinato sin resolver en el 2004 en la ciudad californiana de Pico Rivera ha sido resuelto gracias al tatuaje detallado del crimen que llevaba en el pecho un pandillero.
El caso se desarrolló cuando detectives de Pico Rivera solicitaron a Anthony García, miembro de la pandilla Rivera 13, que se quitara la camisa para tomarle unas fotografías tras su detención.
Los detectives quedaron sorprendidos al descubrir en el torso de García una representación gráfica del crimen que había desconcertado a las autoridades durante años.
García había sido detenido en 2008 por conducir sin permiso durante un control de tráfico; sin embargo, reveló involuntariamente un tatuaje que contenía todos los detalles del asesinato de John Juárez, miembro de una banda rival, cuatro años antes.
La imagen en el pecho de García contenía todos los detalles del crimen, incluyendo las luces navideñas correspondientes a la fecha del homicidio, el nombre de la calle, la licorería donde tuvo lugar el suceso e incluso la posición exacta del cuerpo de Juárez tras recibir los disparos.
En el tatuaje se encontraban las palabras “Rivera Kills”, haciendo referencia al asesinato cometido por la pandilla a la que pertenecía García. El dibujo revelaba que los disparos provenían de un pequeño helicóptero o “chopper”, el alias con el que era conocido García en su vida criminal.
Además, el cuerpo de Juárez en la imagen fue representado como un cacahuate, reflejando la forma despectiva en que los miembros de la pandilla se referían a sus rivales. El tatuaje no solo sirvió como prueba incriminatoria, sino que, de manera simbólica, reveló la conexión profunda de García con el crimen.
El descubrimiento permitió a la Policía reabrir la investigación, obteniendo rápidamente una confesión de García. Esto condujo al levantamiento de cargos y, finalmente, a su condena por asesinato en primer grado.