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La carne vacuna, símbolo culinario y cultural de Argentina, se están convirtiendo en un lujo inaccesible para la mayoría de la población. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario publicado el 8 de julio de 2024, el consumo de carne vacuna ha caído a su nivel más bajo en un siglo.
El estudio revela que, de seguir la tendencia actual, el consumo per cápita de carne vacuna en 2024 será de aproximadamente 44,8 kilos, el nivel más bajo desde 1920. Este dato es alarmante si se considera que el consumo histórico promedio de carne vacuna en Argentina ha sido de 72,9 kilos por persona al año.
La merma en el consumo de carne vacuna está estrechamente vinculada a la crisis económica que atraviesa el país. La inflación interanual alcanzó el 280% en mayo de 2024, golpeando severamente el poder adquisitivo de los argentinos. La recesión económica ha provocado un colapso generalizado de diversas actividades económicas, dejando a más de la mitad de la población en situación de pobreza, según estadísticas oficiales.
Incluso en Buenos Aires, la ciudad más rica del país, las tasas de indigencia se han duplicado en el primer trimestre de 2024, pasando del 8% al 16% en comparación con el mismo período del año anterior. Esta situación ha obligado a muchas personas a migrar hacia alternativas más económicas de proteínas, como la carne de ave y cerdo. Sin embargo, también se ha registrado una disminución en el consumo de estas carnes.
El informe concluye que el consumo total de carnes (bovina, aviar y porcina) en Argentina podría situarse en torno a los 105,7 kilos por habitante en 2024. Esto representa una disminución de siete kilos en comparación con el promedio de los últimos diez años, que es de 112,8 kilos por persona.
La carne vacuna, un emblema de la dieta argentina, está siendo relegada a un lujo que pocos pueden permitirse. La inflación descontrolada y la recesión económica han transformado la dieta de los argentinos, obligándolos a buscar alternativas más asequibles. Este cambio no solo refleja una crisis económica profunda, sino también un cambio cultural significativo en un país históricamente conocido por su pasión por la carne vacuna.
