Jorge Mario Bergoglio, conocido en el mundo como el papa Francisco, demostró ser el papa de los pobres al no aceptar amasar ninguna fortuna ni ahorrar grandes cantidades de dinero.
A pocas horas de su muerte, se reveló que el pontífice realmente siguió el camino de la austeridad, renunciando a cualquier retribución económica de la iglesia, siguiendo firmemente su decisión de identificarse con los pobres.
Información oficial detalla que entró al sacerdocio desde que aceptó el cargo de papa demostró ser el papa de los pobres, renunciando a grandes lujos como los apartamentos papales que ocuparon muchos de sus antecesores.
Tras su muerte se ha revelado que la fortuna o patrimonio que el papa amasó en sus años de vida fueron 100 dólares. "El pontífice no poseía bienes, cuentas bancarias ni aceptó dinero en su época como arzobispo en Argentina".
Desde que asumió como papa quiso dar un mensaje de austeridad, renunciando a algunas comodidades que le daba el cargo.
Fue justo en su testamento que el papa Francisco confirmó nuevamente ser el papa de los pobres al pedir un ataúd sencillo para evitar gastos lujosos.
El objetivo del papa fue dar ejemplo de una vida honesta y sin excesos, más cercana a la misión pastoral que a la opulencia.